Qué entretenidas son las discusiones sobre las teleseries chilenas. En este país, todos tenemos opinión sobre el tema, ya sea que hayamos visto muchas, poquitas o casi nada de las producciones nacionales.
Si algo he podido ver en redes sociales, es que hay una preferencia por las ficciones que fueron parte de la época dorada de las teleseries, es decir, desde mediados de los ’90 hasta inicios de los 2000. Todos tenemos algo que decir de Pampa Ilusión, Romané u otra de aquella etapa.
Esta opinión no es solo de la audiencia, sino también de quienes han sido parte de sus elencos. Hace poco, el gran actor nacional Alfredo Castro habló de su reconocido paso por las telenovelas de ese período y las comparó con las actuales: “Siento que empezó a decaer el nivel muchísimo, unos textos muy malos, guiones muy malos”, dijo en entrevista con BioBio TV. También Coca Guazzini opinó sobre el tema, aludiendo que no entendía el propósito de los remakes.
Acá es donde se enciende la polémica: ¿Es así realmente? ¿Son tan malas las telenovelas actuales? Desconozco cuántas ha visto Castro o cuántos guiones nuevos ha leído como para ser tan categórico con su afirmación. De todas maneras, tiene un punto importante: la manera de hacer ficción en televisión cambió hace rato.
Perdón por el remake en las teleseries chilenas
Debido a los malos resultados de nueva Amores de Mercado (apuesta por la que perdí, tristemente), Mega decidió “congelar” su apuesta por hacer remakes. Esto contrasta con la nueva versión de El Señor de la Querencia, una apuesta que, en mi opinión, funcionó y que incluso fue bastante reconocida por sus pares en los Premios Caleuche 2025.
No es como que no existan remakes de telenovelas. Hay un montón. La telenovela brasileña Doña Bella tuvo bastantes adaptaciones. Incluso la famosa María la del Barrio está basada en una producción anterior llamada Los ricos también lloran. De hecho, Papá a la deriva tiene una versión peruana.
El problema no es la adaptación en sí. El fracaso de Mega responde a múltiples factores: desde el desempeño actoral del elenco, pasando por una producción distinta, hasta la disposición de la audiencia. Con las redes sociales, es muy fácil comparar ambas obras y ante eso no hay mucho que hacer. Quizás un remake de La Madrastra correría menos riesgo en ese caso.
Los cambios no son malos, son cambios
Dentro de los dichos de Castro, alabó el trabajo profesional de las teleseries chilenas de antaño, sobre todo por su preocupación por crear personajes entrañables y abordar temáticas sociales importantes. Es cierto que en la actualidad los personajes parecen más envasados, como un producto que se puede replicar, pero sería injusto decir que no se han tocado temas importantes: cesantía en la adultez, demencia senil, amor entre mujeres, entre otros.
Las teleseries chilenas no son como lo eran antes y es posible que nunca lo vuelvan a ser. La industria cambió y las principales producciones se trasladaron hacia el streaming o al formato serial.
En Chile hay talento. Quizás falta diversificar y dar espacio a nuevos creadores y elencos, pero hay que entregar oportunidades a nuevas historias. Una industria creativa sólida no solo nos entretiene, sino que también es beneficiosa para el país. Quién sabe qué nueva teleserie podría llegar a tener un remake en el extranjero.