Para todo eso y más, es imprescindible que Augusto Góngora y su legado nunca mueran realmente en el colectivo nacional.
Periodista, conductor de televisión, profesor universitario, documentalista, escritor, director del área de cultura de Televisión Nacional, e incluso director de teatro y un profesional extremadamente necesario, tanto para el Chile de ayer como el de hoy. Augusto José Góngora Labbé (1952-2023), partió el pasado viernes 19 de mayo producto de una larga lucha contra el Alzheimer.
Góngora fue un profesional que marcó parte importante de la resistencia periodística contra la dictadura desde 1984 hasta 1989 en TeleAnalisis; posteriormente, llegada la democracia, hizo gala de ese mismo talento fílmico como documentalista y pensador de las comunicaciones para, precisamente, hacer de la transición del régimen dictatorial al democrático un proceso de real apertura, labor que llevó a cabo con su innegable aporte a la cultura. Chile 25, Frutos del País, El Mirador, El Show de los Libros y Cine Video, todas obras donde dejó su sello y daba a entender entre líneas que estaba hecho para cosas grandes.
Con sus obras periodísticas y trabajo innegable por y para el desarrollo de instancias democráticas, Augusto Góngora se transformó en una persona necesaria que, a pesar de lo contracorriente que pudiese resultar para un Chile y una televisión cada vez más superficiales y frágiles, se mantuvo al pie del cañón, siempre atento, perspicaz y agudo para desarrollar contenidos más allá de lo obvio.
Hoy, con una televisión abierta restringida apenas a un puñado de espectadores y que, poco a poco, confirma su completa neo liberalización, con segmentos y espacios culturales víctimas de un incesante deterioro, se hace cada vez más necesaria una persona como Augusto Góngora, que apueste por contenidos diferentes, que ahonde en el proceso investigativo y propuesto; que exponga en pantalla, así como lo hacía en los 80s con clandestinos documentales sobre la realidad de las poblaciones y los más pobres, con las realidad del Chile de hoy.
Ha muerto Augusto Góngora, una persona (extremadamente) necesaria para el Chile de ayer, pero también para el Chile de hoy, que está ávido por conocerse, identificarse y saber quién es realmente, que necesita de su entusiasmo, pasión y agudeza para entregar al país – por fin- contenidos que realmente sean un dialogo con los y las espectadores.
Para todo eso y más, es imprescindible que Augusto Góngora y su legado nunca mueran realmente.