El actor Ariel Mateluna que dio vida a Pedro Machuca en “Machuca” (2004) competirá por un escaño en el Congreso por el distrito 9, que comprende las comunas de Cerro Navia, Conchalí, Huechuraba, Independencia, Lo Prado, Quinta Normal, Recoleta y Renca.
A menos de dos meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025, las campañas ya comenzaron oficialmente, y los candidatos se preparan para desplegarse por todo el país con el objetivo de convencer a la ciudadanía.
En la carrera a La Moneda, los primeros lugares de los sondeos están muy disputados entre la candidata del Pacto Unidad por Chile, Jeannette Jara, y el abanderado republicano, José Antonio Kast.
Sin embargo, otra batalla clave se dará en la disputa por los escaños en el Congreso, fundamental para definir el rumbo del próximo gobierno según la mayoría que logre cada sector político. En el distrito 9, que comprende las comunas de Cerro Navia, Conchalí, Huechuraba, Independencia, Lo Prado, Quinta Normal, Recoleta y Renca, la competencia se perfila intensa.
Uno de los candidatos es Ariel Mateluna, conocido por su papel en la cinta nacional “Machuca” (2004), quien postula como diputado con cupo independiente en Acción Humanista con el B-52.
En Revista La Máquina, conversamos con Ariel Mateluna sobre su transición de la cultura a la política, su visión del rol del Congreso y las propuestas que buscaría impulsar en caso de resultar electo.
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Ariel Mateluna y su interés político
¿Cómo nace y por qué tomas la decisión de pasar del mundo de la cultura a la política?
Nace hace tiempo, siempre con la autocrítica de que me ha tocado participar en películas o series que entregan un mensaje político, que visibilizan temas que son tabú en este país: la desigualdad social, la segregación, la precariedad, la vulnerabilidad y la violencia que viven los sectores populares. Desde ahí, en el descontento de crear arte, obras de teatro o películas, siempre me cuestionaba cómo poder aportar más allá de entregar un mensaje que quedara en la conciencia de las personas.
Hace un tiempo vengo trabajando en lugares populares, haciendo talleres con niños, niñas y adolescentes. Desde ahí, y desde la infancia cruda que vivimos quienes crecimos en poblaciones y barrios aledaños, uno ve la crudeza: la drogadicción, la falta de oportunidades. Siempre me llamó la atención.
Después del estallido social, donde muchas personas salieron a la calle a pedir justicia y derechos sociales, te das cuenta de que los medios hegemónicos manipulan el pensamiento de la gente. A través del miedo siempre han intentado bloquear los avances sociales. Eso es lo que la derecha propone: miedo, mentira, desinformación, pero no mejoras sociales.
Con todo el tiempo que llevo visibilizando estos temas dije: tengo un gran escenario para lanzarme como candidato, con el respaldo de muchas personas que saben lo coherente que he sido a lo largo de mi carrera. Esto nace del malestar colectivo y de la necesidad de entregar cultura y arte a quienes menos acceso tienen. Desde el descontento, la desmotivación y la molestia surge esta idea de tratar de ocupar un espacio en el Congreso.
¿Cómo crees que desde el Congreso podrías aportar de manera concreta a las personas de las que hablas? Te lo pregunto porque mucha gente dice: una cosa es el relato y otra es estar ahí, en una institución que además tiene tan poca confianza ciudadana.
Uno mismo también tiene esa desconfianza y poca credibilidad hacia los parlamentarios. Primero que todo, como te decía, soy una persona coherente, bien honesta. Algo que me carga mucho es la mentira y la injusticia.
Más allá de decir: “Yo quiero postularme y hacer esto o lo otro”, también tenemos ideas en caso de llegar al Congreso. Siempre defendiendo las propuestas de gobierno de Jeannette Jara, si llegara a salir, como defender las pensiones a través de la PGU, la salud mental como derecho, la educación de calidad, la salud, el derecho a la vivienda.
Básicamente tenemos una propuesta que se llama Barrios Libres, un compromiso de legislación que busca recuperar los espacios. Se trata de cortar el financiamiento al narco y recuperar las plazas a través de la cultura y el empleo juvenil.
También creo que algo básico es el trabajo con dignidad: un ingreso vital de 750 mil pesos para todos los trabajadores, además del tema de la vivienda. Para mí, un niño que crece en la precariedad, en una casa que se llueve y donde pasa frío, tiene más obstáculos para enfocarse en estudiar y desarrollarse de manera digna.
La cultura y el deporte también son fundamentales. Lo digo por experiencia propia: gracias al arte pude salir de un entorno hostil donde se normalizaba la violencia y veía mucha gente consumiendo droga en la calle. Eso en algún momento lo normalicé, pero no quiero que las nuevas generaciones tengan que hacerlo. Quiero que puedan caminar libres por la calle sin miedo a ser asaltados, ni que sus padres teman que caigan en drogas que destruyan sus vidas.
La salud y la educación también son temas centrales: bajar las listas de espera, y sobre todo la salud mental. En Chile hay más suicidios que asesinatos, y esos son datos concretos. Creo que hay que darle mayor auge a la salud mental, porque muchos jóvenes se meten en drogas al no tener contención, ni un terapeuta o psicólogo que los guíe y ayude a desarrollarse de forma más sana.
La cultura, insisto, es fundamental. A mí me salvó de chico y quiero que también salve a muchos niños más de las garras del narcotráfico. La música, el arte y el deporte son una opción fundamental, un camino que abre herramientas y trabajo para las nuevas generaciones.
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La cultura hoy
¿Cómo analizas el momento actual de la cultura en Chile? ¿Existe precariedad en el área y cómo se podría aportar más desde el Congreso?
Mira, los congresistas más de izquierda siempre votan a favor del aumento del presupuesto en cultura. Cuando asumió este gobierno el porcentaje era 0,1. El año pasado subió a 0,3 y ahora está en 0,5. El presidente dijo que lo iba a llevar al 1%, pero a veces se prometen cosas y al final se priorizan otras, entonces no se cumple todo lo prometido.
Siento que con un gobierno de derecha el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio estaría en peligro, porque a ellos no les interesa que las personas reciban cultura. ¿Por qué? Porque una persona con más cultura, más cercanía al arte, es alguien más sensible, autocrítico, con conciencia, un ser pensante. Y lo que la derecha siempre ha querido es que no existan personas que piensen por sí solas, sino que sean números que incrementen la economía de unos pocos, de una cúpula.
La cultura también te lleva al autoconocimiento, ¿cachái? A entenderte más, tener más herramientas y empatizar con el otro. Eso es lo que la derecha no quiere: personas que empaticen. Al contrario, mientras menos hable la gente entre sí, mejor para ellos, porque divide y gobierna. Ese es su lema, a través de la mentira y la desinformación.
Hoy estamos viviendo un tiempo de mucha violencia. En los noticiarios y matinales solo se habla de portonazos, asesinatos y crimen organizado. Ese mismo discurso lo trasladan los candidatos de derecha, que solo promueven odio y no colaboran en construir una sociedad más justa, solidaria y empática. El arte y la cultura son todo lo contrario a ese discurso: promueven empatía, un desarrollo humano más armonioso.
Por ejemplo, el otro día cuando subieron a redes sociales mi postulación al Congreso, vi varios comentarios y lo único que había era odio. Personas que me trataban mal sin siquiera conocerme. Y ahí te das cuenta de que hay una gran carencia de afecto, amor, empatía y entrega, de tratar de entender al otro y de dónde radica ese odio.
Mucha gente te conoce por tu personaje en Machuca. En mi generación, por ejemplo, fue una película que vimos en el colegio y quedó muy marcada. Viéndolo ahora desde tu candidatura, ¿crees que es un plus que la gente te reconozca como “Machuca” o prefieres que te identifiquen solo como Ariel Mateluna?
Claro, está el actor que interpretó a un personaje icónico de una de las películas más importantes del cine nacional, y esa conexión siempre va a estar. Yo no le hago el quite, porque Machuca representa a la clase oprimida, a la clase trabajadora, a la clase segregada. Es un personaje al que le tengo mucho cariño, y hasta el día de hoy la gente me reconoce por él, lo cual tomo con gratitud.
Pero también está Ariel Mateluna, con ideas claras y convicciones, que quiere salvar a los machucas. A todos los machucas que fueron violentados durante tanto tiempo, quiero legislar en favor de ellos, para que tengan las mismas oportunidades que los niños que crecen en Vitacura, en La Dehesa o en Las Condes, con privilegios. Que todos podamos desarrollarnos en colegios sin violencia, con empatía, en un sistema de salud donde no tengamos que esperar meses para ser atendidos, y con acceso a una vivienda que no sea objeto de especulación ni de negocio para el mercado inmobiliario.
Hago un paréntesis entre quién soy yo y quién fue Pedro Machuca, pero empatizando con todos los machucas de hoy: personas que viven en la calle, en situaciones hostiles, vulnerados, abusados y violentados. Tengo mucho cariño por quienes se sienten identificados con ese personaje y también con quienes vivieron esa época.
Hace poco conmemoramos 52 años del golpe de Estado, una fecha que dejó cicatrices en quienes vivieron la dictadura y también en generaciones como la tuya o la mía, que no la vivimos directamente, pero igual llevamos sus secuelas. Es muy difícil olvidar el pasado si no hay justicia, verdad y reparación; si siguen existiendo discursos de odio, o si se le hace apología a un genocida. Incluso hay candidatos presidenciales que dicen estar de acuerdo con cerrar Punta Peuco y liberar a torturadores y violadores de derechos humanos.
Yo creo que ahí hay que poner atención, porque no podemos olvidar nuestro pasado. Si lo olvidamos, corremos el riesgo de repetir los mismos errores.
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Las dificultades políticas de Ariel Mateluna
“Ahora en lo político: vas a competir por un escaño como independiente, pero con cupo en Acción Humanista, dentro de la lista Regionalista Verde y Humanista. ¿Por qué decidiste ir con ese partido y no con otra colectividad, como el Frente Amplio o el Partido Comunista?”
Hablé con otros partidos porque tengo amigos en distintas colectividades, pero no llegamos a acuerdo, entre otras cosas porque algunos aún no estaban legalizados en la Región Metropolitana. En cambio, con Acción Humanista ya tenía un vínculo: en la elección pasada fui compañero de lista de Ana María Gazmuri, aunque finalmente mi candidatura se bajó por temas internos.
Me identifico con Acción Humanista porque no es un partido dogmático ni piramidal. Aquí hay libertad, nunca me han censurado ni dicho qué tengo que decir, y eso es clave para mí. Además, veo coherencia en sus parlamentarios, Tomás Hirsch y Ana María Gasmuri, sobre todo en temas sociales.
Por ejemplo, considero fundamental romper relaciones con Israel por el sufrimiento del pueblo palestino, y valoro que ellos hayan sido consecuentes en esa postura, mientras otros partidos priorizan los vínculos bélicos y de armamento antes que lo humano.
En ese sentido, siento que Acción Humanista se acerca mucho más a mi pensamiento, porque pone el foco en la empatía y el desarrollo social. Y cuando uno encuentra políticos que transmiten confianza en un escenario donde la gente está desencantada, eso marca la diferencia. Por eso tomé la decisión de competir con ellos.
“¿Cómo ves la competencia en el distrito 9, considerando que te enfrentarás a dos presidentes de partido como lo son Guillermo Ramírez (UDI) y Juan Manuel Santa Cruz (Evópoli)?
Es un distrito donde la competencia está dura pero hay un claro turismo electoral: personas que vienen de sectores privilegiados y postulan en comunas que nunca han pisado en su vida. Lo encuentro una falta de respeto, porque no los vas a ver en la feria, en el persa o en una plaza compartiendo con la gente. Solo aparecen en campaña, prometen cosas y después desaparecen hasta la próxima elección.
Por otro lado está Aldo Duque (IND-RN), una persona que ha defendido narcotraficantes y ahora quiere un cargo público. Eso es un peligro. ¿Va a legislar en favor de las víctimas del narcotráfico o en favor de los mismos narcotraficantes? Yo creo que debería haber una ley que prohíba postular a quienes tengan esos vínculos.
Y sobre Guillermo Ramírez, me parece insólito lo que dijo en una entrevista, comparando andar por barrios del distrito con caminar en Bogotá. Eso muestra el desconocimiento y la caricatura con que miran a la gente de acá. Además, él pertenece a un partido negacionista, que apoyó el genocidio de Pinochet, la dictadura, y que hasta hoy se niega a reconocer a los detenidos desaparecidos y asesinados.
Para mí es gravísimo que personas que hacen apología a un genocidio ocupen cargos públicos. En un país desarrollado, estarían presos.
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Quedan seis meses para que termine el gobierno de Gabriel Boric. ¿Cómo evalúas su mandato? ¿Cumplió con las expectativas y qué legado crees que deja?
Mira, en lo económico, muchos decían que Chile se iba a convertir en Cuba o Nicaragua, los típicos miedos que mete la ultraderecha. Pero en materia de inflación el país se ha mantenido estable, incluso bajó, y eso es un logro importante.
También destaco a Jeannette Jara como ministra del Trabajo, porque logró dialogar con los empresarios y subir el sueldo mínimo, que pasó de 320 mil pesos al inicio del gobierno a más de 530 mil. Eso es un avance social concreto. Lo mismo con la PGU: este año se subió entre 80 y 100 mil pesos para los adultos mayores de 82 años, y en 2025 ese beneficio se extenderá a quienes tengan 75, siempre que la derecha no intente frenarlo.
Ahora, en lo ecologista tengo reparos. Este gobierno se presentó como ambientalista, pero aprobó el TPP-11, la llamada ‘ley motosierra’ y favoreció a transnacionales que afectan territorios protegidos por comunidades mapuche. En ese punto estoy en desacuerdo.
Por otro lado, sí hay avances relevantes: el copago cero en salud, la eliminación del CAE que alivia a miles de familias que estaban endeudadas hasta el 2050. En balance, creo que el gobierno no lo ha hecho mal, pero la prensa hegemónica y la oposición siempre van a tratar de instalar lo contrario para allanar su camino al poder.
Lo que más me preocupa es que vuelva la derecha. Ahí tenemos el ejemplo de Argentina: Milei les mintió a los jóvenes prometiendo eliminar la ‘casta política’ y terminó entregando la Patagonia a los sionistas. Yo temo que, si acá gana un candidato ultraderechista, pase algo parecido: que entreguen nuestro territorio a intereses extranjeros mientras hablan de patriotismo. Pero en realidad, son los menos patriotas de todos.
Imaginando un eventual gobierno de derecha y tú ya siendo diputado, ¿cómo manejarías un proyecto que ese gobierno le ponga urgencia? ¿Negociarías o rechazarías todo como algunos sectores de oposición?
Creo que la oposición de izquierda siempre debe ser un intermediario. Si me presentan un proyecto en beneficio de los chilenos y los trabajadores, obviamente podría votar a favor. Pero si es un proyecto que le da ‘chipe libre’ a las mineras, forestales o hidroeléctricas para enriquecer a unos pocos a costa de destruir el medio ambiente, voy a votar en contra sin dudas.
Todo lo que recorte derechos sociales, culturales, de educación o de salud, lo voy a rechazar. En cambio, todo lo que sea positivo para el pueblo puede abrir espacio para diálogo, incluso con sectores de derecha, aunque hay quienes son extremos, absolutistas y no escuchan a nadie.
Por eso creo que Jeannette Jara es un ejemplo de cómo se puede dialogar con todos los sectores para buscar un equilibrio: crecimiento económico y social al mismo tiempo. No puede ser que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.
¿Qué viene para Ariel Mateluna?
Si pudieras elegir tres proyectos que deberían ser urgencia en el próximo gobierno, ¿cuáles serían?
Primero, la seguridad. Es lo que más preocupa a la gente y se puede abordar de distintas maneras. Creo que las policías deben tener más herramientas: inteligencia, reconocimiento facial, mayor control en fronteras. Pero también en el lado penal hay que fiscalizar mejor. No puede ser que un sicario quede libre porque una jueza tenga sueño, ¿cachái?
Otro tema clave es el levantamiento del secreto bancario para poder rastrear los flujos de dinero y perseguir de verdad a los que están detrás del narcotráfico, sicariato y crimen organizado. Me llama mucho la atención que la derecha se oponga a esto; ¿qué miedo tienen? Por ejemplo, vemos que José Antonio Kast está vinculado a ciertos actores del robo de cobre y otros casos de corrupción.
Finalmente, creo que los políticos deben legislar pensando en el equilibrio: crecimiento económico y desarrollo social. Si solo buscan dinero propio, deberían dedicarse a ser empresarios. Escuché una frase que me impactó: ‘A la persona que le gusta el dinero que no se dedique a ser político’. Eso es clave: durante la pandemia, por ejemplo, hubo quienes hicieron crecer su fortuna mientras la gente sufría. Las personas que menos tienen y más luchan por salir adelante son las que más empatizan con los demás, y ese tipo de enfoque es fundamental en el Congreso.
Finalmente, Ariel, ¿qué mensaje le darías a los jóvenes que se sienten desapegados de la política, considerando que la próxima elección probablemente será obligatoria?
Yo le diría a los jóvenes que entiendo su descontento. Siempre he sido una persona que también se ha sentido encantada con la política, pero hay que recordar que todo es político: la música que escuchamos, lo que hablamos, está en todos lados. Pero sí tiene que ser una política colectiva, donde ellos participen, se sientan parte de generar cambios y no excluidos. Al final, cuando se legisla, se hace para el futuro de todos, sin importar edad o clase social.
Que se interesen, se informen y lean las propuestas de los candidatos presidenciales. Esto es básico. Por ejemplo, con la propuesta de Constitución que se rechazó, se hablaba de derechos sociales, respeto a la naturaleza y que personas con antecedentes de corrupción, cohecho o violencia familiar no podrían postular a cargos públicos. Sin embargo, se desató una campaña del terror y de desinformación.
José Antonio Kast, por ejemplo, dijo que si alguien tenía dos casas y su vecino ninguna, le quitarían una casa para dársela al vecino. Totalmente falso, pero la gente lo creyó. Lo mismo pasó con las pensiones: muchos rechazaron pensando que se reformarían para mejorar, y han pasado tres años sin ninguna mejora.
El mensaje es: infórmense, no crean cualquier charlatán que les diga que va a salvar la economía o el país. La política no es cosa de salvadores individuales; debemos salvarnos colectivamente, informados, con diálogo, compartiendo ideas y debatiendo sanamente. Hoy la derecha instala miedo, desinformación y odio, sin propuestas concretas, y me preocupa que los jóvenes les crean.