Ruidosa Fest 2025 (día 1): El sublime regreso de un festival sumamente necesario para Chile

El Parque O’Higgins se convirtió este sábado 11 de octubre en un hervidero de energía, diversidad y música sin etiquetas. El sol caía entre los árboles y las primeras melodías del Ruidosa Fest 2025 ya hacían vibrar el aire. No era solo un festival: era una declaración de principios, un canto coral de mujeres que tomaron el escenario con poder, sensibilidad y un mensaje claro —la música hecha por mujeres no solo resiste, sino que domina, emociona y redefine la escena actual—.

En La Máquina estuvimos presentes en la primera jornada del Ruidosa Fest 2025 y te contamos cómo vivimos el regreso de este necesario festival, junto con la hermosa galería de fotos de Catalina Navarro.

Nekki: alma, poder y una voz que quema prejuicios

Abrir el festival no es tarea fácil, pero Nekki lo hizo con una naturalidad pasmosa. Desde el primer acorde, el público entendió que estaba ante una artista inmensa. Su voz, cargada de soul, emoción y raíces, flotó sobre una base instrumental impecable, alimentando el sonido más pulcro y elegante de la música latina actual.

Entre cada canción, Nekki dejó caer mensajes poderosos contra el racismo y a favor del orgullo afrodescendiente, logrando un momento de comunión real con el público. No solo cantó: sanó, denunció y celebró. Su presentación fue un recordatorio de que el soul latino merece un lugar mucho más visible en los grandes escenarios.

Laia: el equilibrio perfecto entre raíz y modernidad

El trío —hoy dúo activo— Laia volvió a demostrar por qué son una joya del pop chileno contemporáneo. Su mezcla de melodías pop y folclor criollo tiene algo profundamente emocional, casi espiritual. Cada armonía entre las hermanas es un abrazo sonoro que conecta con el alma.

Presentaron parte de su repertorio clásico y algunas nuevas composiciones, pero el verdadero brillo estuvo en su unidad vocal y presencia escénica. La nueva integrante se acopló con una naturalidad sorprendente, aportando frescura y matices que renovaron la identidad del grupo. Si algo queda claro, es que Laia sigue siendo una de las agrupaciones chilenas más sólidas y con más proyección internacional.

Catalina y Las Bordonas de Oro: folclor elegante y corazón porteño

Entre los sonidos urbanos y pop de la jornada, Catalina y Las Bordonas de Oro ofrecieron un refugio cálido, casi cinematográfico. Su sonido, de esencia porteña, traslada al público a una Valparaíso de guitarras, nostalgia y romanticismo criollo.

La voz aterciopelada de Catalina, dulce pero firme, fluyó entre los arreglos impecables de su banda. Cada nota sonaba a historia viva, a tierra y mar, recordando que el folclor puede ser tan sofisticado como cualquier género contemporáneo. Fue un show que no necesitó artificios: solo talento, sentimiento y autenticidad.

Karla Grunewaldt: oscuridad luminosa y pop conceptual

Cuando Karla Grunewaldt sube al escenario, algo cambia en el aire. Su figura etérea, su voz pulcra y su puesta en escena —entre lo místico y lo teatral— convierten cada concierto en una experiencia sensorial. En Ruidosa Fest, presentó una estética más oscura y ensoñadora, fusionando el pop con una narrativa visual de ensueño.

Mostró clásicos, nuevo material y esa aura única que la distingue del resto. Su crecimiento artístico es innegable: hoy Karla no solo canta, construye universos sonoros. Logró uno de los shows más visualmente potentes y emocionalmente delicados del festival.

Supernova: nostalgia pura en modo karaoke colectivo

El tiempo se detuvo cuando Supernova subió al escenario. De pronto, el Parque O’Higgins se transformó en una máquina del tiempo que viajó directo a los 2000.

Con visuales vibrantes y una actitud contagiosa, las dos integrantes actuales desataron una fiesta de nostalgia, brillo y emoción, donde cada canción era coreada por cientos de voces. Hubo fallos de sonido al comienzo, sí, pero el público apenas lo notó: la energía era total.

Supernova demostró que el pop adolescente también puede ser memoria colectiva. Un show luminoso, emocional y catártico. Los momentos más altos fueron obviamente con los clásicos inmortales como “Maldito amor”.

Javiera Parra: la serenidad de una leyenda

Javiera Parra no necesita gritar para dominar un escenario. Su presencia es calma, poderosa y honesta. Interpretó un repertorio íntimo, con homenajes a íconos como Cecilia y una versión emocionante de “La maldita primavera” (escrita por Paolo Cassella y Gaetano “Totò” Savio, e interpretada por Loretta Goggi en 1981; popularizada por Yuri) que dejó al público entre lágrimas y sonrisas.

Javiera no solo cantó, conversó con la historia de la música chilena, reivindicando su lugar como una de las artistas más coherentes y talentosas de su generación. Un show redondo, sensible y lleno de elegancia.

 

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Nicole: reinvención y poder en estado puro

El escenario se encendió con los primeros acordes de “Hoy” y una sola certeza: Nicole sigue siendo la reina del pop rock chileno. Su voz, limpia e intacta, fluyó entre sintetizadores, guitarras y beats electrónicos que marcaron su nueva etapa artística.

Hubo momentos de nostalgia con “Despiértame” o con “Noche”, canción producida por el gran y único Gustavo Cerati, pero también exploración con su nuevo material, más electrónico y audaz. El público estalló cuando Princesa Alba apareció como invitada para cantar “Quédate”, en un encuentro generacional simbólico: dos artistas de distintas eras, unidas por la misma fuerza femenina del pop.

Nicole reafirma una vez más por qué es la dueña de la voz de los noventa.

Fran Maira: carisma, sensualidad y autenticidad sin filtros

Con actitud desbordante, Fran Maira tomó el escenario como si fuera su territorio natural. Su show fue un torbellino de autotune, coreografías sensuales y guiños al pop más provocador, incluyendo una performance con música de Britney Spears que encendió las redes.

Lo suyo no es la técnica vocal, sino la presencia, el desparpajo y el humor espontáneo, con risas, garabatos y complicidad con el público. Fue un espectáculo genuino, que apostó por la autenticidad antes que por la perfección.

Princesa Alba: elegancia pop y liderazgo generacional

Princesa Alba consolidó su lugar como una de las voces más influyentes del pop urbano chileno actual. Con un show lleno de color, coreografías y un mensaje de empoderamiento, mezcló reguetón, pop y soft pop en un viaje visual y emocional impecable.

Invitó a Kuina y Javiera Parra en un momento cargado de energía y complicidad femenina. Su recital fue un espectáculo total: bailable, emotivo y visualmente poderoso.

Pamela Leiva: humor como resistencia

El intermedio humorístico a cargo de Pamela Leiva fue una jugada arriesgada pero efectiva. Su rutina, centrada en las experiencias posteriores al Festival de Viña y en la niñez escolar, fue una pausa fresca y necesaria, que equilibró el dramatismo musical con carcajadas y reflexión. Pamela demostró que el humor también puede ser feminista, honesto y profundamente político.

Entremares: cueca romántica en versión moderna

Uno de los grandes descubrimientos de la jornada fue Entremares, una agrupación que ha sabido reinventar la cueca con un toque romántico y contemporáneo.

Su vocalista, Kristel Meyer, carismática y llena de energía, convirtió el show en una verdadera fiesta popular. Los músicos, lejos de ser simples acompañantes, brillaron en una presentación sólida, alegre y emocional. Un concierto que recordó la importancia de mantener viva la raíz chilena dentro de la modernidad sonora.

Paula Rivas: cumbia, elegancia y explosión escénica

Paula Rivas fue una tormenta tropical de talento, carisma y ritmo. Con una voz desbordante y una orquesta de lujo, ofreció un espectáculo que combinó canciones propias, versiones de Ana Gabriel y Natalia Lafourcade, y momentos visualmente deslumbrantes con bailarines nortinos.
Su carisma llenó cada rincón del parque. Invitó a Milena Warthon, reafirmando el espíritu de sororidad del festival. Fue uno de los puntos más altos de la noche: la reina indiscutible de la cumbia chilena contemporánea.

Myriam Hernández: el cierre majestuoso que merecía la jornada

El telón cayó con Myriam Hernández, y el público entendió por qué sigue siendo la voz más eterna de la balada latinoamericana. Apenas comenzó “El hombre que yo amo”, el coro fue unánime.
Con su voz intacta, presencia majestuosa y sensibilidad sin artificios, repasó sus grandes clásicos y sorprendió con guiños modernos —incluyendo una base inspirada en Justin Timberlake—. Fue un cierre perfecto: emotivo, elegante y profundamente humano.

Myriam no necesita reinventarse: su vigencia se sostiene sola, como una artista que ya pertenece a la historia, pero sigue viviendo el presente con una fuerza admirable.

Un cierre de Ruidosa Fest con eco de revolución

El primer día del Ruidosa Fest 2025 fue mucho más que un maratón musical: fue una declaración colectiva de identidad, visibilidad y poder artístico femenino. Desde la profundidad de Nekki hasta la balada eterna de Myriam, el festival trazó un mapa sonoro del talento de mujeres que transforman, cuestionan y emocionan.
La música, en Ruidosa, no solo suena: resiste, se expande y florece.

Galería de fotos del Ruidosa Fest (primer día) por Catalina Navarro (@thewitchphotos en IG)

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