Crítica de “Tron: Ares”: Un espectáculo visual deslumbrante que se queda a medias

Tron: Ares deslumbra visualmente en IMAX y 3D, pero su historia y profundidad narrativa no logran estar a la altura de su espectacularidad.

Junto a La Máquina, tuve la oportunidad de ver Tron: Ares a todo color, en una pantalla IMAX y en una función 3D. Sin embargo, después de tanta espectacularidad, surge la pregunta inevitable: ¿qué queda realmente de la película?

El género de la ciencia ficción, desde sus inicios con Frankenstein de Mary Shelley (porque sí, lo inició una mujer), ha funcionado como una poderosa metáfora de la sociedad, abordando los dilemas éticos, tecnológicos y morales a los que nos enfrentamos día a día.

En el caso de Tron, la saga nos permitió trasladar la “búsqueda de vida inteligente”, habitualmente proyectada hacia el espacio exterior, a nuestro propio planeta, a través del desarrollo tecnológico. En Tron: Ares, la historia introduce un nuevo componente con el que ya convivimos cotidianamente: la inteligencia artificial.

El argumento de Tron: Ares

¿Sigue siendo una máquina un sujeto cuando piensa, siente y se cuestiona? Esa es la pregunta central que plantea Tron: Ares. Con un guion que confía en la inteligencia del espectador, evitando los monólogos explicativos y los excesos de exposición, la cinta muestra el desarrollo del personaje de Ares (interpretado por Jared Leto), un programa controlador diseñado por Julian Dillinger (Evan Peters).

Sin embargo, a pesar de sus más de dos horas de duración, los motivos que impulsan a Ares se sienten insuficientes o apresurados, lo que debilita la carga emocional de la trama. En particular, el vínculo que establece con Eve Kim (Greta Lee), un personaje femenino que arriesga el hallazgo más importante de su vida —el “código de permanencia”— por salvarlo, carece de la profundidad necesaria para resultar convincente.

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Algunos… problemas con Tron: Ares

Para empezar, Tron: Ares cuenta con una muy desaprovechada Gillian Anderson (Elisabeth Dillinger), quien parece estar en pantalla únicamente para reprender sin éxito a su hijo rebelde, sin mayor desarrollo dramático.

A esto se suman las polémicas que rodean a su protagonista, Jared Leto, tras las acusaciones de abuso sexual que pesan en su contra. Esta situación inevitablemente nos lleva a reflexionar: ¿podemos separar la obra del artista?

La pregunta adquiere aún más peso cuando observamos cómo las grandes cadenas cinematográficas parecen minimizar las denuncias de presuntas víctimas, mientras que, en paralelo, se cancelan contratos con artistas que se atreven a cuestionar el poder, como ha ocurrido con actores y actrices que han alzado la voz frente al genocidio en Palestina.

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Entonces… ¿la recomendamos?

Sin duda, es una experiencia cinematográfica impresionante, que merece ser vista en la pantalla más grande posible y con el mejor sonido disponible, para disfrutarla al 100%. Sin embargo, si hablamos de historia, guion y profundidad dentro del género de ciencia ficción, la película no logra cumplir las expectativas.

En suma, Tron: Ares es un espectáculo visual deslumbrante, pero con una narrativa que se olvida fácilmente una vez terminan los créditos.

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