“La vida de Chuck”: Mike Flanagan y Tom Hiddleston celebran la vida con una nueva adaptación de Stephen King

La vida de Chuck, dirigida por Mike Flanagan, sorprende como una adaptación de Stephen King sin terror ni suspenso. Esta vez como un relato humano y optimista que celebra la vida común en medio del apocalipsis. La película ya está en salas de cine. Entérate en La Máquina. 

“Yo soy inmenso, contengo multitudes”, escribió Walt Whitman en Canto a mí mismo. Esa frase, que atraviesa la película, sirve como clave de lectura para entender La vida de Chuck, la nueva adaptación de Mike Flanagan (que antes adaptó Gerald’s Game, Doctor Sleep y una miniserie sobre Carrie para 2026), de un cuento de Stephen King incluido en la colección La sangre manda. Pero, a diferencia de otras adaptaciones del autor, esta vez no se trata de un relato de terror ni de suspenso clásico, sino de una obra reflexiva, cargada de humanidad y optimismo, premiada por el público en el Festival de Toronto.

La película está narrada en tres actos que se suceden de manera inversa: comienza con el final del mundo y avanza hacia la infancia del protagonista. El misterioso Charles “Chuck” Krantz (Tom Hiddleston, el Loki del universo de Marvel) surge como un personaje intrigante del fin del mundo. Su nombre y rostro aparece en anuncios crípticos por todas partes. Un avión escribe en el cielo “Gracias, Chuck”, carteles lo celebran con frases como “39 grandes años, gracias Chuck”, avisos extraños por televisión y radio, incluso siendo considerado el último meme en medio del fin del mundo y del derrumbe de la humanidad.

‘La vida de Chuck’, la nueva película de Mike Flanagan (Diamond Films Chile)

El primer acto es casi un ensayo sobre la fragilidad de lo humano frente al colapso planetario. Aparecen volcanes, terremotos, hambrunas, desaparecen las abejas y hasta PornHub (comenta preocupado uno de los personajes). Flanagan introduce aquí a varios personajes que enfrentan sus últimos instantes: Marty Anderson (Chiwetel Ejiofor, ganador de un Bafta a Mejor Actor por 12 años de esclavitud, además de actuar en Children of Men y en películas de Marvel), un profesor divorciado que intenta seguir enseñando en un mundo que se desmorona.

La exesposa de Marty, interpretada por Karen Gillan (Actriz de Oculus de Flanagan y las nuevas películas de Jumanji), que trabaja como enfermera en un hospital colapsado; y otros rostros que intercalan tragedias personales con la pregunta sobre por qué todos parecen estar agradeciendo a un hombre llamado Chuck, pero con el avance de la película se aclaran sus vínculos con el protagonista. Nick Offerman (Parks and recreation) presta su voz como narrador, reforzando la atmósfera apocalíptica y absurda de este “Oz del fin del mundo”.

En el segundo acto, más íntimo y breve, conocemos a Chuck en su adultez, todavía sin saber su destino. Es un contador común, pero apasionado por la danza. Flanagan lo muestra bailando en plena calle con una artista callejera, un gesto que abre la grieta entre su rutina y su deseo de libertad. Aquí también aparece Annalise Basso (parte de Oculus) como una mujer recién separada a quien Chuck contagia alegría. Este episodio funciona como paréntesis luminoso entre la devastación y el origen, donde se da un espacio a invitar a apreciar la rutina.

‘La vida de Chuck’, la nueva película de Mike Flanagan (Diamond Films Chile)

El tercer acto —cronológicamente el primero– nos introduce en la infancia y la adolescencia de Chuck. Benjamin Pajak interpreta a Chuck de niño y Jacob Tremblay (Room, junto a Brie Larson) en su versión adolescente. Ambos muestran cómo se construye a un personaje marcado por la orfandad y la guía de sus abuelos, interpretados por Mia Sara y Mark Hamill. La abuela lo impulsa hacia el baile, mientras el abuelo lo empuja a una vida práctica en la contaduría, apagando en parte esa chispa.

Tremblay entrega una de las actuaciones más sólidas del filme. Un adolescente que carga con la tragedia pero encuentra en el baile una forma de amar la vida. Es aquí donde entendemos por qué Chuck es celebrado al final. No como héroe extraordinario, sino como una persona común cuya existencia, con sus luces y sombras, irradió sentido hacia los demás y a sí mismo.

La película está atravesada por múltiples referencias culturales y científicas. Menciones a Whitman, Carl Sagan, Blockbuster, incluso guiños a la cultura digital. Flanagan mantiene un respeto casi literal por el tono del cuento original de King, lo que se siente en la omnipresente voz en off. Este recurso, sin embargo, puede jugar en contra. La narración a veces se vuelve demasiado explicativa, sin dar al espectador la posibilidad de descubrir por sí mismo los misterios. De ahí que el ritmo fluctúe, volviéndose plano en ciertos pasajes.

‘La vida de Chuck’, la nueva película de Mike Flanagan (Diamond Films Chile)

Aun así, La vida de Chuck logra algo poco frecuente en las adaptaciones de King. Se desprende del terror y abraza una ternura introspectiva, más cercana a lo que alguna vez logró The Shawshank Redemption. La mezcla de drama, fantasía y un leve tinte de ciencia ficción construye un homenaje a la existencia, una invitación a valorar los momentos pequeños, a aceptar la muerte como parte inevitable, pero también a comprender que cada persona —con sus memorias, sus pasiones, sus contradicciones— contiene multitudes.

Mike Flanagan, director asociado al horror contemporáneo, sorprende aquí con un giro radical en su carrera, demostrando que puede trabajar con el mismo rigor un relato de fin del mundo y una íntima historia sobre la vida de un hombre corriente. Al final, la película propone algo simple pero con pretensión de profundidad. Todos somos Chuck, cada mente es un universo propio, y quizá el agradecimiento final sea reconocer que la vida, con sus tragedias y sus danzas, merece ser celebrada.