Tool en Chile: La perfección de un ritual brutalmente innovador sin interrupciones tecnológicas

En un acto casi milagroso para los devotos más acérrimos de Tool, la banda no solo aterrizó en Chile como parte del Lollapalooza 2025, sino que también concedió un regalo inesperado: un show en solitario, un privilegio que otros países no tuvieron. Lo que se vivió el martes 25 de marzo en el Movistar Arena, bajo la producción de Lotus, fue más que un concierto; fue una experiencia sensorial que rozó lo irreal, un evento que hasta hace poco parecía un sueño utópico.

Desde el primer instante, la atmósfera se tornó densa. Un zumbido latente, casi como una vibración subterránea, comenzó a recorrer el recinto mientras la banda se disponía a tomar sus posiciones. Y luego, los primeros acordes de “Fear Inoculum”. Lo que en estudio ya es un viaje auditivo en vivo se transformó en una pulsación omnipresente, una corriente eléctrica que parecía emanar desde las profundidades de la Tierra hasta las venas de los asistentes. Cada latido inicial reverberaba en las paredes del Movistar Arena, filtrándose hasta aquellos que, sin entrada, aguardaban en los alrededores con la esperanza de capturar aunque fuera un eco de lo que allí estaba sucediendo.

Si en su presentación en Lollapalooza Tool había sido una fuerza imponente dentro de un festival multitudinario, en un escenario propio la magnitud de su maquinaria instrumental se reveló en toda su gloria. Sin distracciones externas ni limitaciones de tiempo, la banda desató un espectáculo de absoluta precisión técnica y sensibilidad artística, consolidando su estatus como una de las agrupaciones más sofisticadas y enigmáticas del metal progresivo.

Una Cátedra de Metal Progresivo

“The Pot”, “Jambi” y “Pneuma” emergieron como himnos de una liturgia progresiva en la que Tool demostró, una vez más, por qué son una de las bandas más precisas y meticulosas del género. La ejecución fue impecable, cada nota colocada con la exactitud de un relojero suizo, cada compás ensamblado como una maquinaria infinita de engranajes interconectados. Pero más allá de la destreza instrumental, el espectáculo visual fue un elemento que amplificó la inmersión: un juego de luces coreografiado al milímetro, imágenes caleidoscópicas en pantallas colosales y una escenografía hipnótica que convertía el escenario en una especie de portal sensorial.

El efecto fue abrumador. Por momentos, más que un concierto, parecía una experiencia extracorporal. Las transiciones entre canciones se sentían como cambios de dimensión, sumergiendo al público en un estado de trance colectivo. No se trataba solo de escuchar, sino de sentir. De vivir.

Y en el núcleo de todo esto, la figura enigmática de Maynard James Keenan. Sin la necesidad de ocupar el rol tradicional de un frontman, su presencia se sintió como un elemento más dentro del entramado de Tool, una pieza esencial en el engranaje que daba vida a este ritual sonoro. Desde las sombras, casi esquivo a la vista, su voz flotaba sobre las capas instrumentales con una mezcla de fragilidad y fuerza, dotando cada canción de una dimensión casi espiritual.

Una Experiencia Pura, Sin Interrupciones Tecnológicas

Uno de los aspectos más comentados del concierto fue la estricta política de la banda respecto a la prohibición de fotografías y grabaciones con teléfonos. A diferencia de otras ocasiones en las que la advertencia se convierte en una simple sugerencia, aquí la restricción era real: los asientos estaban marcados con carteles que lo especificaban y, para aquellos que intentaron desafiar la norma, un rayo láser verde surgía de la nada para disuadirlos.

En un mundo donde la mayoría de los conciertos se viven a través de la pantalla de un celular, la decisión de Tool resultó ser un respiro. Un regalo inesperado. La ausencia de dispositivos permitió que cada persona se entregara por completo a la música sin distracciones, sin la necesidad de capturar un momento efímero en píxeles, sino experimentándolo en su forma más pura. Y la diferencia fue notoria.

Una Banda de Titanes

Musicalmente, Tool es una maquinaria que desafía cualquier comparación. Danny Carey, un titán de la batería, desplegó su virtuosismo con una precisión sobrehumana, llevando el ritmo de cada canción como si su cuerpo entero estuviera fusionado con su instrumento. Adam Jones, con su guitarra quirúrgica, construyó paisajes sonoros de una brutalidad meticulosa, mientras Justin Chancellor cimentaba cada canción con un bajo que parecía emanar desde las entrañas del planeta.

El nivel de ejecución de cada integrante rozó lo inhumano. Pero más allá de la técnica, lo que Tool entregó en este concierto fue una sensación de trascendencia. Una muestra de que la música, cuando es llevada al extremo de la perfección, puede convertirse en algo más: en un lenguaje que conecta con el subconsciente, en una experiencia que va más allá de lo racional y se convierte en algo visceral, casi espiritual.

Tool y Un Concierto para la Historia

Tool en Chile fue catalogado como un evento “histórico” e “imperdible” desde su anuncio. Pero ambas etiquetas quedaron cortas. Esto fue algo más. Fue un rito de comunión entre la banda y su séquito, una confirmación de que Tool es más que un grupo musical: es una entidad con una base de seguidores devotos que perciben su música como una religión.

Cuando las últimas notas se desvanecieron en el aire y las luces se apagaron, quedó una sensación de irrealidad en el ambiente. Como si el tiempo hubiese sido suspendido por un par de horas. Como si lo vivido no hubiese sido simplemente un concierto, sino una experiencia que, en 20, 30 o 50 años, seguirá siendo recordada en conversaciones nocturnas, con un vaso en la mano y la nostalgia de haber sido parte de algo irrepetible.

Porque lo que Tool dejó en el Movistar Arena no fue solo un show. Fue un recuerdo imperecedero. Una huella en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo.

Setlist – Tool en Chile (Movistar Arena)

1. Third Eye (con intro “Heartbeat”)
2. Fear Inoculum
3. The Pot
4. Jambi
5. Rosetta Stoned
6. Pneuma
7. Ions
8. Stinkfist
9. Descending
10. Schism (reiniciada debido a errores y falta de coordinación)
11. Ænema

Encore:

12. Chocolate Chip Trip
13. Flood (con intro de bajo)
14. Vicarious
15. Invincible

Galería de fotos por Catalina Navarro (@thewitchphotos) para Revista La Máquina: