Durante décadas, el cine chileno ha sufrido grandes dificultades para desviarse un tanto del llamado género dramático o, comercialmente hablando, la comedia, siendo los más asiduos en el catálogo nacional. Aquello ha dejado relegados a otros géneros y subgéneros cinemáticos como el terror, la animación (pese al premio Oscar) o el action movie a una pista inferior en cuanto a producción anualmente. Un fenómeno que aprovechó muy bien el nuestro estreno chileno: “Sayen”.
El filme (disponible en Amazon Prime Video) es dirigido por el chileno radicado en Estados Unidos, Alexander Witt, quien ha trabajado como director de segunda unidad en películas como “James Bond: No Time to Die”, “Fast Five” o “Avengers: Infinity War”, y se nota en demasía su maestría y toque hollywoodense con los efectos visuales y la postproducción en “Sayen”, algo beneficioso obviamente, sabiendo que, en palabras del productor del filme y parte de Fábula, Juan de Dios Larraín, no había mayor conocimiento de estas técnicas cinematográficas en nuestro país.
“Sayen”, sin duda, es un paso adelante en estos recursos y en el incentivo a crear cine de género en el país, con un guion consistente dentro de lo que exige la trama como tal, pero que cae en errores que dificultan el añadir seriedad a un contexto que no escapa para nada de lo que podría ocurrir en el sur de Chile.
Muevan las industrias: Sayen y la belleza de Chile
Cabe recordar que “Sayen” es solo la primera parte de una trilogía que abordará la historia de una mujer mapuche (Rallen Montenegro) que descubrirá una peligrosa conspiración liderada por una corporación que está destruyendo las tierras de su familia y acabando con los ecosistemas locales a lo largo de Latinoamérica. Sayen se encargará de llevar el caso ante la justicia y salvar el legado de su familia.
Bajo aquella premisa, la historia se remite básicamente a un conflicto con una empresa multinacional que intenta explotar los recursos naturales del mundo, como lo es la patagonia chilena, especialmente en los interiores de la región de La Araucanía, pero con el fin de algo más allá de solo intervenir la naturaleza ancestral, custiodiada por las comunidades mapuche del lugar.
Si bien hay una muestra fotográfica y cinematográfica impecable a la hora de retratar los paisajes del sur chileno, quedando como un objetivo claro el “vender” los visuales de Chile hacia el mundo gracias a la distribución de Amazon Prime Video, no se coordina con el montaje y producción del filme como tal: distintas secuencias entrecortadas; uso indiscriminado de canciones en escenas sin ningún tipo de relación directa (acto bien usual en las obras de Fábula) o que ambiente la acción; peleas en que no se entiende en momentos qué ocurre, etc.
Independiente de lo anterior, el mensaje que se quiere brindar, con el debido respeto a la cultura mapuche, es correcto: cuidemos nuestra naturaleza, no dejemos que otros intervengan lo que contribuye a mantenernos vivos. En ese apartado, es interesante lo que desea marcar “Sayen”.
Rallen Montenegro: la gran razón de ser
Si de actuaciones hablamos, Rallen Montenegro es la gran estrella del filme.
Es una actriz joven que demostró impecables matices de actuación, con un desarrollo de personaje un tanto acelerado pero correcto, entendiendo totalmente por qué actúa como actúa frente a las circunstancias de la historia. Es una de las grandes cartas para la actuación chilena de aquí en más.
Letra aparte para la gran actriz chilena Teresa Ramos, quien en los minutos que tiene en la cinta proyecta lo mejor del guion de “Sayen”, con una mirada férrea y tierna a la vez, unos diálogos que representan todo el sentir de quienes defendemos los intereses colectivos por sobre los personales y con un espectro de talento indudable.
Sin embargo, todo cae un poco con el resto del elenco, especialmente el proveniente de España…
Arón Piper (Élite) es el coprotagonista del largometraje, siendo el antagonista junto al grupo de “secuaces” que lo siguen, encarnados por Roberto García (La casa de papel) y Loreto Aravena (Los 80). Un grupo que, lamentablemente, es de lo más débil. En el caso de Piper, sobrexagera en demasía todo lo que hace, no hay términos medios para él, mas intenta al menos llevar adelante un rol que permitía una irritación constante. En el caso de García y Aravena, solo sirvieron como puntapiés de escenas de acción, incluso cayendo en el rol de alivios cómicos en varias escenas. En fin, podría haber sido un poco mejor.
Un intento más positivo que negativo
Finalmente, mencionar que “Sayen” es un intento irregular pero positivo para acrecentar las chances de que en Chile se realice cine de géneros y subgéneros, con presupuestos al alza, guiones a la altura, paisajes bellísimos y rentables e historias que lleven al espectador a querer más y más. Que no solamente comedias familiares sean las exitosas en las salas de cine.
Esta es la primera parte de una historia de la que que restan dos cintas para conocer todo el desenlace. Una que, al parecer, no abordará solo el sur de Chile, sino otros parajes. Así que tendremos que esperar qué ocurrirá con Sayen y su búsqueda de justicia.