Es posiblemente el guionista más famoso que hay en Chile y uno de los que más éxito ha tenido en Latinoamérica. Hablamos de Pablo Illanes (1973), la mente maestra detrás de clásicos de las teleseries como “Adrenalina” y “Machos“, pero también de nocturnas de gran repercusión como “¿Dónde está Elisa?” Y “Perdona nuestros pecados“. A lo anterior, se suma su trabajo en series internacionales como “Prófugos” (disponible en HBO Max) y la telenovela “Dueños del Paraíso“, ambas historias sobre narcotraficantes. Una constante en su estilo es que cada una de dichas producciones buscó provocar e ir más allá de los límites y códigos que le ofrecía el melodrama televisivo.
Pero además de guionista, Pablo Illanes también tiene una nutrida carrera como escritor. Ahora acaba de publicar su cuarta novela, “Cataclismo” (Sietch, 2021), una historia de terror apocalíptica y gore, donde un grupo de cuatro mujeres ABC1, conformadas por Inés, Teresa, Ignacia y Victoria, deben sobrevivir en las ruinas de un Santiago devastado por una serie de terremotos y la irrupción de distintos monstruos. Por si eso fuera poco, también deben sobrevivir al acoso de una secta de hombres salvajes y violadores liderados por un fanático religioso autodenominado “El Pastor”.
Monstruos cronenberguianos, mutilaciones, torturas, necrofilia y ríos de sangre y adrenalina inundan las páginas de este infernal futuro construido por Pablo Illanes.
¿Fue efectivamente el Día del Juicio y las sobrevivientes están habitando el mismísimo infierno? Para descifrarlo, en La Máquina conversamos con la mente detrás de esta distopía.
–Cuéntame, ¿cómo surgió la idea para este libro?
Su génesis está en un cuento que publiqué en una antología que se llama Cuentos con walkman, el año ´94. El cuento se llamaba Santiago Zombie, y estaba escrito con las voces de 4 mujeres que sobrevivían a un apocalipsis. No tenía tanto que ver con el apocalipsis, porque era como algo más parecido a un holocausto zombie, pero no se mencionaba a los zombies nunca, y no había una explicación de la destrucción del entorno.
Estábamos en plena pandemia, y una amiga me escribió y me pidió el PDF de esta novela. Yo no lo tenía, pero aprendí a usar la función de voz de Word, entonces pesqué el libro, tenía un ejemplar, y lo leí en voz alta para que lo reprodujera el Word. Fue como una prueba, después lo empecé a tipear de nuevo. Lo empecé a desarrollar, me empecé a ir en volá con algunas cosas, algunas me parecieron horribles, otros me parecieron super rescatables, y me empecé a entusiasmar con la idea de remezclar la historia de 4 mujeres sobrevivientes, pero estrictamente para mayores de 21, con la perspectiva de los 48 años que tengo ahora. Esto lo escribí cuando tenía como 21, fue antes de escribir teleseries, y fue lo primero que publiqué en la vida.
Fue un ejercicio casi como un experimento, me dije “no lo voy a publicar nunca, filo”. Y lo empecé a mezclar con otro proyecto que tenía: hacer un videojuego de un adolescente que sobrevive al apocalipsis, que es algo que me interesa muchísimo en el futuro. Estas 2 columnas vertebrales las mezclé en una sola y resultó Cataclismo. Yo sé que es muy sui generis la génesis, pero así nació, con esta suerte de injerto macabro, frankesteniano, con algo que partió hace mucho tiempo y otra cosa muy de ahora. Fue como un experimento.
–¿En cuánto tiempo escribiste este libro?
Contrariamente a lo que suelo hacer, hice un diseño como si fuera una serie. Entre que recibí el correo de mi amiga, y terminé de hacer este proceso, deben haber pasado 6-7 meses. No matándome escribiendo, pero sí escribiendo constantemente. Leí también muchos artículos de la literatura postpandemia que se viene, y todos eran denostando el género postapocalíptico y viral, esos fueron mis referentes principales, sobre todo ciertas películas, las películas postapocalipticas italianas de los ´80, que tiene un acento muy especial en cierto tipo de violencia, de género o muy viceral, algunas derechamente gore.
Tú tocaste un tema muy interesante, cómo escribir ciencia ficción postpandemia, ¿podemos decir que esta novela, y su estilo tan extremo, es una reacción a esta distopía que vivimos? ¿Al desafío de “cómo escribo algo que supere la realidad en que vivimos”?
Sí, por un lado sí, es una reacción a “nada puede superar la realidad” y también es una reacción a las experiencias que había tenido anteriormente. Sentí que por primera vez, tanto por la editorial como por el género, esta vez fue cien por ciento libertad. No tuve ningún momento de autocensura o de pensar “oye, esto puede ser inconveniente, o vender menos libros, o no entusiasmar a cierto tipo de público” y ese ejercicio fue muy interesante. Tanto como lo que tú dices de la literatura postpandemia.
“Yo soy admirador profundo de un cuento de Stephen King que se llama La Niebla, en la que basó la película The Mist (2007), la del supermercado. A mí me pareció impactante, super fuete, la vi hace poco, estaba trabajando en Cataclismo. Y claro, ese tipo de películas o de literatura se ha hecho tanto, y los personajes son tan representativos de ciertos estamentos de la sociedad, que pareciera ser que ya no hay nada sorprendente, que nos abra los ojos, y tampoco hay nada que nos remezca, y eso me parece preocupante. Yo siento que todo tipo de literatura debería remecer en algo. En algo tiene que sobrecogerte. Y el objetivo es un poco eso, sobrecoger a partir de los elementos y las herramientas que están disponibles”, recalcó Pablo Illanes.
–¿Esto será una trilogía, verdad?
Así es. Este proyecto era inicialmente un videojuego que estaba protagonizado por un niño de 15 años. Era Marco en versión hardcore, extrema, postapocalíptica. Hay material para hacer esta trilogía, ya tengo desarrollada la segunda parte, mi objetivo es lograr este retrato posapocalíptico en distintos lugares del planeta. La idea que tenía era lograr escribir la película que Michael Bay nunca iba a producirme, y hacer pedazos todo lo que quisiera hacer pedazos de una manera absolutamente literaria, y tratando de jugar también con todos los elementos del cine de ciencia ficción y de acción. Es algo que en Chile, en términos de producción, siempre ha sido muy difícil de realizar. Las secuelas serán con otros personajes, pero con la misma protagonista, Inés.
–¿Hay algún personaje con el que sientas especial simpatía, o con el que te sientas identificado?
La verdad, esta novela tiene 2 elementos. El cuento en el que se basó la novela repetía el mecanismo de las voces de 4 personajes, que en ese tiempo, el año ´93, es una copia descarada de Las Leyes de la atracción (1987) de Bret Easton Ellis, que hacía ese ejercicio, y que después fue copiado bien, mal, a medias, en Latinoamérica, en Chile y en todas partes del mundo. La idea, era meterme en esas 4 voces, y en el proceso de cambiar del cuento a Cataclismo la novela, reesccribir varias de esas voces.
Pero sin duda, la que más me remece, la que más me gustaba escribir, y la que es más bizarra en términos emocionales es Vicky, que tiene un carácter un poco más marcado y que se escapa de este mundo de privilegios. Porque son cuatro mujeres que tienen más o menos la misma mirada, una que se vio resquebrajada por el cataclismo.
–¿Hay algo que te haya costado escribir de este libro? Alguna escena en particular, quizás, por lo extrema, nauseabunda o brutal, o algún otro elemento?
A mí me pasa, escribiendo guiones, que uno trata de plantearse los horrores y miedos, pero siempre cuando hablan los personajes, cuando hay diálogo, hay cierta distancia, por una cosa más esquemática, porque la narración, el formato del guion es distinto.
En este caso, me plantee la misma pregunta que en otras ocasiones: ¿qué es lo que me aterra? Y claro, hay ciertas cosas que me dan mucho pánico. Por ejemplo, cuando uno pierde control de la situación y no puedes proteger a la gente que uno quiere.
Lo otro, que he tenido pánico desde chico, es que padezco de ofidiofobia: le tengo pánico a las serpientes. Todas las escenas de serpientes, que son bastantes, en algunos momentos tuve que parar de escribir y salir corriendo. Siento una reacción física. No puedo ver una en National Geographic, me da mucho miedo. De hecho, durante la escritura de Cataclismo, por casualidad llegué en Youtube a un lugar llamado la Isla de las Serpientes, que queda por ahí frente a Sao Paulo. Dicen que es el lugar más peligroso del mundo. Llegué a ese video, y lo que se ve es justamente lo que sale en la novela: es un árbol que en vez de ramas tiene colgajos de serpientes, todos los árboles en esa isla son así, y no hay presencia humana porque te devoran las serpientes. Todo ese tipo de pensamientos pasaron por mi cabeza durante la escritura de esta novela infantil jaja.
–Tampoco puedes ver Indiana Jones
No, de hecho, en algún momento jugué el juego de Indiana Jones, y me daba mucho miedo cuando salían las serpientes. No sé por qué, nunca he tenido un encuentro con una. Pero descubrí a partir de esta novela que mucha gente tiene la misma fobia.
–¿Quién pueden leer este libro y quiénes NO deberían, por ningún motivo, leerlo?
Uff, difícil pregunta. Uno como escritor siempre le gustaría decir “todos el mundo puede leerlo”, pero yo creo que para mayores de 18 exclusivamente. Creo que es un libro que sí demanda cierto estómago por parte del lector, por las imágenes que representa. Sé que hay gente un poco más sensible, soy respetuoso de ello, pero bueno, este es un ejercicio y un género que, a mi gusto, debe remecer, debe sobrecoger, debe provocar asco. Hay posibilidad que tu cuerpo reaccione con asco, con repugnancia, con ganas de vomitar, o simplemente con imágenes que pueden ser perturbadoras para ciertas sensibilidades.
–¿Hay algún autor chileno de terror que tengas como referente, pensando en este libro?
¿De terror? Uff, es que yo considero, por ejemplo, la novela La sangre y la esperanza (1943) de Nicomedes Guzmán, que está mencionada en Cataclismo, para mí es una novela de terror. Me gusta mucho Hugo Correa, lo descubrí hace muy poco, me hubiese gustado leerlo en la universidad o en el colegio, lamentablemente es literatura maldita perdida. He leído a Ignacio Fritz con mucho interés, Zombie (2009) de Mike Wilson me parece que es una gran novela, y clásicos como El obsceno pájaro de la noche (1970) de José Donoso, que sabemos que no es una novela de terror propiamente tal, pero sí tiene ciertos elementos.
DE ADRENALINA A CATACLISMO: EL VIAJE DE PABLO ILLANES
–Hablemos de tu carrera. Explícame cómo la misma mente que produjo Adrenalina es capaz de escribir Cataclismo ¿cómo pasamos de unas adolescentes cuicas pasándolo bien a cuatro señoras cuicas sobreviviendo en una distopía satánica y apocalíptica?
La verdad es que no he podido ver Adrenalina de nuevo porque me da mucho pudor, pero de repente cuando veo escenas, siento que hay una mente parecida. Claro, es distinto, ha pasado mucho tiempo, pero hay una provocación, una intención de divertirme generando algo que tal vez no sea lo correcto. Adrenalina, para ser una teleserie de la época es bastante incorrecta, y lo sigue siendo en varios sentidos. Tal vez incorrecciones por otros motivos, no los mismos de antes. La incorrección de la colegiala menor de edad pololeando con el treitón no era tema, antes el tema era las niñas con el jumper corto. Siento que Chile ha cambiado muchísimo, pero la mente detrás es más o menos la misma. Está más dañada obviamente jaja.
–¿Has pensado en convertir este libro en una película? ¿o en una serie?
Una película no, una serie sí, puede ser. Pero es una historia de difícil producción, requiere la devastación absoluta, y eso es muy difícil de lograr siendo realista. Ahora, sí me preocupé de seguir una línea narrativa que fuera fácil para el público más audiovisual, pero no me he planteado esa posibilidad.
–Te propongo el siguiente ejercicio: reescribir Machos, pero en el universo de Cataclismo, ¿cómo sería? ¿qué pasaría con cada personaje? Ángel Mercader sería el Pastor, ¿o no?
Absolutamente, Ángel Mercader tiene que ser el Pastor. Hay que escoger a los 4 hermanos, Alex tendría que ser la voz que narrara, es mi favorito de los Machos. Los monstruos deberían ser como las mujeres, o algo así, porque la teleserie era muy machista en su tiempo. A pesar que éramos mucho más machistas en ese tiempo que ahora. Hay un olor a heteropatriarcado impresionante.
–¿Cómo nace tu relación con el terror? Tú ya llevas 2 películas, y hasta una teleserie de vampiros, Conde Vrolok, y distintos libros y cuentos de horror, como tu cuento en la antología Machetazos ¿de dónde viene tu interés por el terror?
Ah, no sé, justamente estaba viendo antes de hablar contigo esta película de terror: Curfew (1989), que la había visto cuando niño, me llegó hoy día, es una porquería, pero me tiene muy entretenido jaja. Soy un adicto al cine de terror, me gusta como espectador, como lector, ¿cómo nace? Creo que la culpa la tiene Carrie (1976), de Brian De Palma, esa fue mi primera aproximación, yo tenía un poco más de 5 años cuando la vi en VHS. La vi por equivocación, y grandes clásicos también, como El Exorcista. Mi padre, por ejemplo, es muy cinéfilo, pero no le gustaba el cine de terror, sí también en mi casa se leí mucho a Stephen King. Yo leí Cujo, la del perro San Bernardo, cuando era muy chico. Fue la primera novela de Stephen King que leí, me pegué el salto a leer todo lo que produjo entre los ´70 y los ´80, y vi todas las adaptaciones cinematográficas, por supuesto. Yo creo que Stephen King, Brian de Palma, y después Argento, fueron los que me iniciaron en el cine de terror, y una búsqueda también de encontrar algo que no ofrecía el cine comercial de la década de los ´80, que es la época en que yo me crie, que es una época muy de esquemas, muy de arquetipos, de ideas fijas, es la época de Reagan, donde todo está más controlada, entonces. Lo que vi en pantalla probablemente no es lo que necesitaba ver o lo que debí haber visto. Yo creo que la culpa la tuvieron mis padres.
–Técnicamente los monstruos de tu novela no son zombies, pero si tomamos en cuenta Videoclub, ya es la segunda vez que escribes una historia de muertos vivientes ¿qué te trae de este tipo de seres?
La verdad es que traté de alejarme un poco de los zombies. Yo siento que son más bien como dragones de komodo. Porque hay un veneno, se transforma en otra cosa, hay como una monstruosidad más de John Carpenter en La Cosa (1982), que los zombies de Romero. Y siento que hay varios tipos de monstruo dentro de la novela.
Mi idea a futuro es tener esos tipos de monstruos clasificados en un bestiario al final de cada libro. Y los podemos clasificar en cuatro grupos: las 4 protagonistas, que también las considero monstruos, porque cada una tiene su monstruosidad propia; los Deformes, que son estos Dragones de Komodo, que hay algo de zombificación también, de seres humanos que mutan en otra cosa; Y también están por supuesto los Renegados, que son los humanos todavía en pie, que son más monstruosos que los mismos monstruos; y también están las ratas gigantes que me costó muchísimo desarrollar y son mi gran orgullo.
–Pasa algo bien curioso con las películas de terror chilenas, y es que tenemos por lo menos 3 películas de zombies: Solos (2008), Zombie Down (2013) y Videoclub (2014) ¿por qué pasa eso, tenemos una debilidad como país por los muertos vivientes?
Un director de cine chileno me dijo una vez que no existía una industria cinematográfica si no hay al menos una película de zombies. Tienes zombies en Serbia, Lituania, de todas partes, en Cuba hay una película de zombies, Juan de los Muertos (2011), que es maravillosa.
“Yo creo que es un pequeño orgullo que deberíamos tener. Ojalá esas películas de zombies pudieran ser vistas por todo el mundo, estar en Netflix y tener la visualización que tienen otras películas de zombies. Por ejemplo, están estas películas de zombies argentinas, hay muchas, que son muy cuidadas por la industria. Acá en Chile tenemos cierto rechazo a las películas de zombies. Los zombies son el género más denostado, y lo entiendo. Proliferaron mucho en algún momento después de The Walking Dead. Se hicieron muchas películas del mismo tipo de zombies, y los mismos tipos de enfrentamientos entre sobrevivientes. Creo que queda un poco esa sensación de “ya lo vimos”. Pero siento que a través de los zombies se pueden contar muchas cosas, se pueden enviar muchos mensajes, tanto políticos, sociales e incluso románticos”, complementó Pablo Illanes.
–Videoclub tenía una metáfora política bien entretenida, era finalmente una sátira de la Transición, ¿algo parecido hay en este libro? Pensando que aquí hablas de “Plaza Dignidad”, o de la novela La sangre y la esperanza de Nicomedes Guzmán, entre otras cosas.
Sí, definitivamente, como te decía antes, creo que la ciencia ficción, o el terror, o el splatter, o el porno gore, al final son como el maquillaje. La escenografía, el maquillaje, el peinado, eso es lo que está afuera. Pero el corazón de estas historias es justamente eso: los ricos y los pobres, los sanos y los enfermos, los que tienen poder y no tienen poder, los que tienen beneficio y no tienen beneficio, esa es la clave, y lo ha sido desde siempre. Desde Romero, Carpenter, hasta los primeros esbozos de la literatura de horror, Anne Rice y lo último de Stephen King. A pesar de que yo siento que el cine de terror se ha infantilizado en los últimos años, y la literatura al contrario se ha hecho más extrema y más hardcore. Tomando caminos separados, sin duda hay un polo de atracción de este trayecto.
–Acá en Chile tenemos un cineasta que hace splatter que se llama Lucio Rojas, ¿lo conoces? ¿qué te parece su trabajo?
Sí, nos hemos topado en varios festivales, he ido a sus películas, me gusta, yo valoro mucho el trabajo de los cineastas de terror. Independiente que sus películas me gusten más o menos, el trabajo de Lucio, de Pato Balladares, y otros que son cortometrajistas y tienen una línea de desarrollo más under es admirable, cuesta muchísimo hacer una película en Chile, y de terror es casi un suicidio. No te dan plata de ninguna parte, los privados generalmente se asustan, y los fondos concursables no apoyan este tipo de películas. El trabajo de Lucio está apoyado principalmente por privados y por el éxito que ha tenido afuera, lo mismo Pato Balladares. Son experiencias que debieran servir en términos públicos para que los fondos se repartan en el cine masivo. Son películas masivas, que convocan a mucha gente, sin embargo nunca son premiadas.
–Como ya mencionamos, te has paseado por distintas temáticas, historias de adolescentes, de narcotraficantes, de terror, etc. ¿hay alguna otra temática que te gustaría explorar? ¿algún tema que sientes que tienes pendiente?
Ehm, qué difícil, porque me interesan muchas cosas al mismo tiempo. Yo pensaba que a medida que vas envejeciendo cada vez te interesan menos cosas. Pero pienso que es al revés. A medida que vas envejeciendo, cada vez quieres saber más cosas del mundo. La religión me interesa mucho. Me parece muy atractivo el mundo católico. Yo me eduqué en un colegio católico, salí muy traumatizado, por razones estúpidas, pero creo que hay ahí una marca pendiente y constante.
–¿Proyectos a futuro? ¿tu mencionaste un videojuego, verdad?
Me encantaría, claro, pero no, era una locura que teníamos con un amigo. Nos dijimos “oye, sería fascinante tener un protagonista de videojuego de 15 años que tenga que enfrentar zombies solos”, pero no. Por ahora, estoy trabajando en varios proyectos de serie. El que va a ver la luz más próximamente es Perfil falso en Netflix, es una serie que vamos a empezar pronto en Colombia con un elenco colombiano, y estoy preparando otra novela con otra editorial que estoy a punto de terminar. Es un proyecto secreto, pero se publica este año, y la segunda parte de Cataclismo yo creo que saldrá a fin de año.