Tiene 31 años y su rostro se ha inmortalizado tras su llegada a la televisión. Partió siendo una mujer de tablas y hoy sorprende frente a las cámaras. Alejandra Araya no deja de impresionar con sus interpretaciones versátiles, donde se deja entrever su amor y talento por la actuación.
En los cinco años que lleva trabajando en televisión, la actriz ha participado en importantes producciones como “Perdona Nuestros Pecados” o “Juegos de Poder” y ahora se prepara para la nueva teleserie nocturna de Mega: “Demente”, donde compartirá escenas con Benjamín Vicuña, Paz Bascuñán o Francisco Pérez-Bannen.
Su conexión con las artes inició desde pequeña. Fue bailando en el Ballet Folclórico de Chile, BAFOCHI, elenco en el cual la actriz comenzaría a dar sus primeros pasos sobre el escenario que la ha visto crecer. Hoy sorprende en la pantalla chica interpretando personajes femeninos fuertes, diversos e incluso obsesivos, característica con la cual se siente identificada, contará en esta exclusiva entrevista con La Máquina.
Así como sus personajes, Alejandra Araya también es multifacética. Además de la actuación, sus intereses tienen que ver con la ecología, el feminismo y las causas sociales, las cuales siempre intenta compartir a través de sus redes sociales, plataformas que describe como “un espacio muy complejo y violento”.
—¿Cómo has experimentado esta pandemia? ¿En qué te has refugiado?
La pandemia dejó al descubierto una vez más que el área de la cultura está tremendamente abandonada. Todos los proyectos se detuvieron. Las salas de teatro, canales, capacitaciones en empresas. Absolutamente todo. La actuación requiere de una presencialidad que la pandemia botó. En ese sentido fue y sigue siendo un problema. Yo me puse a trabajar con mi papá varios meses durante el día, para llegar a ensayar en la tarde-noche proyectos online con teatro ICTUS y mi animación sobre el plástico en el mar: Operación Pacífico. Fue mi manera de no sentirme tan lejos de lo que amo hacer.
Para bien o para mal, dijo ella entre risas, “me refugié en los proyectos online que pude ir desarrollando. Yo me levanto y acuesto pensando en mi carrera”.
En cuanto a su vida personal expresó que lo que más extraña de la vida antes del covid-19 es estar junto a su abuela, a quien ha visto solo una vez durante un par de horas, en compañía de los abrazos apretados y saludos de beso. “¡La piel! Juntarme con todo el choclón de amigos, ir al teatro, al cine y mirar el mar”, agregó la actriz.
—Si no hubieses optado por la actuación, ¿a qué te habrías dedicado?
Sinceramente, nunca me he visto en otra cosa. En el colegio, en tercero medio, decidí meterme al electivo de ciencias para buscar otra opción. Muchos profesores, papás de amigos me decían: “¿Teatro? No, te vas a perder”, “que sea un hobbie”. Lo pasé tan mal hasta que, un día, en clases de microscopía, miré a todos vestidos de blanco y me angustié. Me pegué a la ventana, frente con ventana, manos en la ventana, tapada con la cortina y dije: “No, qué estoy haciendo aquí”. Al año siguiente me metí al humanista y fui feliz otra vez.
Alejandra Araya contó que si en otra dimensión no existiera el teatro, habría sido enfermera pediátrica. “¿Qué incongruencia después de mi relato, no?“, expresó con humor.
— Eres una mujer de tablas, por lo mismo ¿cómo ha sido la experiencia de actuar en televisión y ahora en formato digital?
Mi experiencia en TV ha sido maravillosa. Me siento muy agradecida de los proyectos, roles y compañeros que me han tocado. Del cariño del público. Ha sido un proceso de aprendizaje cada día, de entender el lenguaje televisivo, su rapidez y el tremendo training para el actor.
Obviamente, por la pandemia nuestro proyecto, “Demente”, se vio detenido. Entonces comencé junto a Paula Sharim y Emilia Noguera, a trabajar en la primera obra online de ICTUS. Fue algo novedoso, cada actor se convierte en vestuarista, cámara, iluminación. Te das cuenta qué cosas funcionan o no en este formato en términos de actuación y de tiempos. Fue una buena experiencia. Actualmente, trabajamos en la segunda parte de “El Pacto“.
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Quien pudiera pensar que detrás de un rostro tan amable y una personalidad tan carismática habitara una mujer capaz de darle vida a una de las mayores villanas de la televisión chilena. Recuerdo vívidamente cómo se me apretaba el estómago cuando veía a Isabel Quiroga en la teleserie nocturna de Mega, “Perdona Nuestros Pecados”. Sus expresiones duras y mirada infernal lograban traspasar la pantalla.
Esta se trataba de su primera experiencia en televisión. Motivo por el cual, además de la complejidad psicológica del personaje, este ha sido su papel más desafiante para interpretar.
—¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de haber sido parte de” Perdona Nuestros Pecados” y “Juegos de Poder”?
Chuta, qué difícil. Si tuviera que escoger, te diría que lo mejor, en general, de ambas experiencias, es que tu trabajo llega a una gran cantidad de personas gracias a la masividad de la TV. Yo agradezco día a día el cariño y respeto que recibo. Gracias vida por ello.
No sabría decirte lo peor, ya que he tenido tremendas experiencias; pero, a ver, creo que, en ocasiones, las relaciones son frías y funcionales. Eso a veces me afecta. Me gusta armar grupo y equipo al trabajar. Ha sido un proceso de aprendizaje personal.
—¿Tienes algún secreto o tip para preparar tus actuaciones?
Siempre trabajo desde el cuerpo. Cómo mira, qué gestos tiene. Trato de jugar, dentro de lo posible, con looks diferentes en donde yo misma me sienta distinta para construir el rol.
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Más allá de la televisión: Redes sociales, feminismo y nueva Constitución
A la par de trabajar en producciones dramáticas, Alejandra Araya también incursionó en el mundo de la ciencia ficción de la mano de “A.D.A.M”, el último proyecto de Pablo Roldán y uno de los primeros cortometrajes de este género realizado en Chile. En el metraje, la actriz comparte reparto con Silvia Novak (Pelícano, 2020) y Giordano Rossi (La Jauría).
La ficción oscila entre el presente-futuro, donde la institución policial está idealizada y la tecnología también se convierte en un castigo para la humanidad. Allí Alejandra da vida a la protagonista Joyce Nova, quien “tiene una historia tremendamente sensible. Su hija y gran amor fueron asesinados. Ella quiere justicia y al ser agente de la ley puede hacerla funcionar más rápido y directo”, contó en una entrevista a La Máquina.
—¿Cómo fue la experiencia de participar en “A.D.A.M.”? ¿Te gustaría seguir incursionando en el mundo de la ciencia ficción?
La experiencia de “A.D.A.M.” fue de esos momentos “mágicos” que se dan. Llegué gracias a la Silvita Novak y todo lo que sucedió fue un tremendo grupo humano que se comprometió en sacar adelante el corto, poniendo todo a su haber. Lo pasamos muy bien.
Este tipo de trabajos en los que el género permite ser y hacer de todo es realmente muy interesante de trabajar. Nunca ha sido mi género favorito. Me gusta el terror. Pero lo disfruté muchísimo.
—Actualmente, el cortometraje se encuentra bajo la estrategia de crowdfunding para poder financiar su continuación, ¿qué opinas de la falta de apoyo estatal a iniciativas artísticas?
El tema del financiamiento es mucho más complejo que la necesidad de tener dinero para sacar adelante proyectos. Tiene que ver, como base, con la importancia o valor que le damos a la cultura los chilenos. Porque si fuera importante, si fuera un valor, si fuera una necesidad, te aseguro que sería mucho más parte del Producto Interno Bruto (PIB), de la educación, del mundo empresarial y así suma y sigue.
La pandemia dejó muy en claro que las artes son vitales. Imagínate haber vivido y estar viviendo la pandemia sin música, sin baile, sin pinceles o lápices para pintar/escribir, sin tener la posibilidad de ver series, películas, sin un libro que leer. Es esperanzador.
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A través de sus redes sociales, la actriz Alejandra Araya ha transmitido importantes mensajes sobre el cuidado/amor propio, feminismo y temáticas de género, teniendo la oportunidad de poder llegar a cientos de mujeres.
Estos mensajes, no obstante, son tan necesarios en el discurso diario así como en el que está presente en las ficciones nacionales, donde muchas veces los personajes femeninos corresponden a un imaginario más bien patriarcal de lo que es ser mujer.
—¿Qué opinas sobre los estereotipos e hipersexualización de figuras femeninas en la ficción chilena? ¿Has tenido una mala experiencia al respecto?
Creo que estamos en tiempos donde todos estos temas están siendo debate. Y, por consiguiente, generan cambios de paradigmas sociales. Me parece muy necesario hacer esta transición, ya que por lo general es a la mujer a quien se le sexualiza mucho más. Creo en ese trabajo conjunto. No en los extremos.
Para que se entienda el “nuevo” lugar de la mujer debemos generar un trabajo en conjunto con el hombre y su visión de género. Y desde ahí trabajar en los práctico: La música que se consume y sus letras, los tratamientos artísticos, etc.
En lo personal no me he enfrentado a ninguna experiencia así en términos laborales actorales.
—¿Cómo utilizas tus redes para potenciar mensajes sobre temáticas de género? ¿Crees que tienes una responsabilidad?
Es que el tema de las redes sociales es uno muy complejo. Es un espacio muy violento, en donde muchas personas se esconden y desde ahí se comunican para agredir a otros. He leído cosas horribles en redes de “figuras públicas” y en las de personas que no trabajan con tanta exposición. Es muy triste… es el reflejo de cómo nos movemos como sociedad.
Cuando leo eso siempre me pregunto: “Quien escribe, ¿sabrá realmente cuánto puede afectar su comentario a quien recibe? Hasta el punto de la muerte, hay que decirlo”. Y es tremendo porque cada vez más, las redes sociales se convierten en la manera de relacionarte con el mundo. En ese sentido, yo trato siempre de potenciar mensajes sobre ver al otro, sobre agradecer.
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Por otra parte, Alejandra Araya también ha utilizado sus canales de comunicación para visibilizar iniciativas sociales y contenido relacionado con el actual proceso constituyente en Chile.
—¿Cómo te gustaría que fuera la nueva Constitución? ¿Cómo vives este proceso histórico en nuestro país?
Este proceso me lo tomo con calma e informándome lo más posible. Creo que hay muchas expectativas en torno a esto y que, si no se cumplen, podrían generar un tremendo levantamiento. Aun mayor y violento. Y la violencia no la podemos aceptar bajo ningún punto. Y de ningún tipo.
La Constitución es un marco normativo regulatorio de la organización del Estado, con el que habrá que hacer una bajada al área de las leyes. Obviamente, me gustaría mayor conciencia e implicancia en términos culturales, educativos y medioambientales. Un Estado más consciente.
—Hemos visto que estás muy ligada al cuidado del medioambiente también, ¿quieres seguir incursionando en temáticas más sociales en cuanto a contenido cultural? ¿Y en qué formato?
Tengo varios proyectos en mente en términos sociales. No todos artísticos, sino también educativos. Yo creo en la educación como el medio de transformación de las personas y, por consiguiente, del entorno. Me encanta que me escriban mamás diciéndome que luego de ver “Operación Pacífico” hicieron cambios en casa. Eso es un gran logro para mí.
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El crecimiento de Alejandra Araya es imparable y su creciente trayectoria en tan poco tiempo lo demuestra. Se le consultó sobre cuál es su meta como actriz o cómo se imaginaría el punto cúlmine de su carrera. La artista respondió: “Mi meta como actriz es un secreto que comparto con mi almohada solamente. Pero quiero ir siempre creciendo y aprendiendo más y más. De TV, de cine, series. Ir abriendo puertas”.
Sin embargo, confesó que le encantaría internacionalizar su carrera y que en su cuerpo posee la estrella del trabajo, lugar desde el que se mueve siempre con perseverancia, trabajo, estudio y amor por lo que hace.
Sin dudas, Alejandra Araya seguirá inmortalizando su rostro en la pantalla hasta abrir todas las puertas que pueda.