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Crisis y solidaridad: la historia de la olla común Apruebo Dignidad en Recoleta

Según el sitio Vergara 240, desde abril hasta octubre del 2020 funcionaron cerca de 1.336 ollas comunes en la región Metropolitana. La olla común Apruebo Dignidad fue organizada por vecinos y vecinas a mediados de mayo en Recoleta, durante el verano han realizado jornadas de sanitización y conversatorios para fomentar la discusión sobre el proceso constituyente.

El 18 de mayo del 2020 se cumplía el tercer día de cuarentena total decretada en 38 comunas en la región Metropolitana, lo cual equivale un 90% de la población en confinamiento. 

Los matinales discutían con sus diversos paneles sobre estas medidas, en una aparente mañana tranquila para la agenda de la televisión chilena, hasta que sus transmisiones fueron interrumpidas producto de las protestas que se desarrollaron en la comuna de El Bosque, sector sur de la capital. ¿El motivo de las manifestaciones?… El hambre.

Luego, se sumaron los vecinos y vecinas de Puente Alto y La Pintana, en ambas comunas se intensificaron las protestas para exigir mayor rapidez al gobierno en la entrega de cajas de alimentos y ayuda económica. 

“Si nos mata el virus, nos mata el hambre”, una de las principales consignas que denunciaron las y los pobladores en la periferia de Santiago. El camino que emprendió la comunidad fue la organización de ollas comunes para enfrentar el hambre y la cesantía- según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) la tasa de desempleo durante el primer trimestre alcanzó el 11,2%, las más alta desde 2010-, además Chile en ese entonces ocupaba el séptimo lugar con mayor número contagios de covid-19 y el tercero en América Latina, así lo consignó la Universidad John Hopkins. 

El sitio Vergara 240 constató tras revisar diversos datos que desde abril hasta octubre del 2020 funcionaron cerca 1.336 ollas comunes en la RM. Aún persisten las ollas comunes y una de ellas se realiza en la comuna de Recoleta.

La Máquina conversó con las integrantes del Comité Constituyente Michel Nash,  sobre el trasfondo político que tienen las ollas comunes y el vínculo que han forjado con la comunidad ad portas de cumplirse un año del primer caso de Covid en Chile.

“No tener cómo o con qué parar la olla

Es sábado 6 de febrero, en la calle San Cristóbal y Avenida Perú, ubicada en la comuna de Recoleta, dos mujeres recortan un pendón de color mostaza, al interior tiene un dibujo de una olla. Luego, en un furgón blanco llegan tres mujeres, entre ellas se ayudan y empiezan a bajar el fogón, gas, paquetes de tallarines, bidones de aguas y mesas. Actúan con rapidez, deben tener el almuerzo antes de las 13.00 de la tarde. 

El grupo de mujeres participan en la olla común Apruebo Dignidad, que está integrado al Comité Constituyente Michel Nash– conscripto asesinado por negarse a participar en el Golpe de Estado de 1973-, durante la pandemia se han desplegado en el territorio para realizar jornadas de sanitización y conversatorios que giran entorno al proceso constituyente. 

La olla común Apruebo Dignidad comenzó en  mayo en conjunto con las juntas de vecinos de Recoleta, Alejandra Miranda, integrante del Comité Constituyente Michel Nash comenta que los meses críticos de la pandemia empezaron en ese mes hasta Agosto. “El hambre es una de las primeras necesidades que se ve, por lo tanto sentimos la necesidad inmediata de salir a la calle porque es un lugar político”, explicó Alejandra.

Ocho ollas comunes funcionaron entre mayo a diciembre, según Alejandra Miranda se repartieron “más de 25 mil raciones”. Luego de un receso, el Comité Constituyente Michel Nash a mediados de enero volvió con las ollas comunes – esta vez sin las juntas de vecinos- han recibido  ayuda por parte del Municipio de Recoleta, con el fin de fomentar el trabajo que han realizado las organizaciones territoriales.

 Según la platafoma Ciudad con Todos, a partir de los datos publicados del Censo 2017, la comuna de Recoleta posee 157.851 de habitantes, dentro de ese total un 14,2% es población migrante. Además, el Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica estima que 1.812 hogares se encuentran en estado de hacinamiento. 

“Hay una migración bastante precaria que es la haitiana, que no tienen las mismas condiciones que otros migrantes que llegaron a emprender, además de los cité en donde la población vive hacinada.  La olla común apoya mucho a esas familias, pero hay que ir más allá porque hay decisiones que van en pos de la calidad de vida de las personas y adquirir derechos tanto para migrantes y chilenos, porque hay que terminar con esta xenofobia en donde se tratan a la población migrante de forma distinta”, comentó Claudia Fredes.

Mujeres contra el hambre

La crisis de 1982 en plena dictadura causó un gran impacto económico, según el sitio de Memoria chilena el Producto Interno Bruto (PIB) cayó en un 14,3%, mientras que el desempleo alcanzó al 23,7%.  Tras la situación crítica que sufría el país la Fundación Friedrich Ebert explica: “Las mujeres se incorporaron al trabajo asalariado en trabajos muy precarios y con sueldos bajísimos, muchas de ellas trabajando en los programas de empleo mínimo (PEM) o los planes ocupacionales para jefes de hogar (POJH)”.

Las mujeres para enfrentar la crisis impulsaron la organización en juntas vecinos y agrupaciones, entre ellas destacan las Organizaciones Económicas (OEP), comedores infantiles, cooperativas de abastecimiento de alimentos, y los “Comprando Juntos”. La olla común fue una de las más reconocidas,  de hecho en un reportaje publicado en 1985, se estima que durante la crisis económica existieron 144 ollas comunes que alimentaban diariamente a 14 mil personas. “Junto con palear en parte el hambre de ese momento, la olla común fue un espacio de encuentro y de solidaridad durante la dictadura militar”, consignó la Fundación Friedrich Eber

“Nosotros en el Comité Constituyente Michel Nash vemos la olla común como un lugar político, solidario, no caritativo. Creemos firmemente en que solo el pueblo ayuda al pueblo, y eso es justamente lo que estamos haciendo”, agregó Alejandra.

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