La vanguardia cultural comenzó a sentirse rápida y fervientemente a inicios de la década de los 60’s, donde los jóvenes, entre ellos los pertenecientes al movimiento urbano de los hippies, decidieron romper todos los moldes de un mundo aún dominado fuertemente por las influencias conservadoras y religiosas. La década de los sesenta era el inicio de la experimentación, los cambios de mentalidad y las nuevas sensaciones que por años habían sido reprimidas. Para ello era necesario buscar plataformas de comunicación que dieran vida a estas nuevas ideas. Y dentro de esta experimentación entra en boga un nombre: Syd Barrett.
La literatura, con la famosa y controversial Generación Beat, la socialización y la moda, llevada a extremos nunca antes vistos por los propios hippies, o la música, expresión liderada por unos jóvenes The Beatles, formados por los ya clásicos y legendarios Lennon, McCartney, Ringo Starr y George Harrison. Pero había otro grupo de jóvenes incluso más irreverentes que el propio cuarteto de Liverpool o inclusive que los polémicos y poliamorosos Kerouac y Ginsberg, los vanguardistas y psicodélicos muchachos de Londres: Pink Floyd.
Comenzando su carrera a mediados de la década de los 60, específicamente en 1965, la banda estaba compuesta en sus primeros días por Richard Wright, Rogers Waters, Nick Mason y liderados por el diferente, especial y único Syd Barret, el último héroe del rock.
Syd Barrett: una gloria del rock
Lo que sus excompañeros han denominado en variadas entrevistas como el hombre que murió estando vivo, pero también uno de los artistas integrales más esplendorosos que el siglo XX haya visto pasar, sería también uno de los fundadores de la banda que a principio de los 70 lograba publicar el mejor disco de la historia: ‘Dark Side Of The Moon‘, esta vez sin Barret, quien comenzaba a alejarse de la vida terrenal lentamente y quien, poco después de la grabación de aquel disco, se haría sentir por última vez, marcando simbólicamente lo que sería el futuro de la banda.
La historia de Syd Barret si bien está marcada por el arte, también lo está por lo que es la muerte de su padre a temprana edad, por ende durante toda su vida su madre, quien era profesora, sobreprotegió a este niño rodeándole de estímulos que posteriormente darían vida al hombre que, durante sus años de juventud, conformaría uno de los tríos (o “Santa Trinidad”) más importantes de la historia del rock: Waters, Barret y Glimour, los tres con historias similares. Gilmour se crió prácticamente solo en un internado debido a que sus padres, ambos gente importante de negocios, se mudaron tempranamente a vivir a Nueva York y Waters, por su parte, sufriría la pérdida de su padre, quien sirvió en el ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.
Los tres muchachos, con narraciones parecidas, pero por sobre todo con intereses afines, unirían definitivamente sus caminos en la Escuela de Artes de Cambridge a comienzos de los 60’s, justo a tiempo para hacer donde Barret ya era conocido en los circuitos underground por su personalidad, peculiar forma de ser y gran talento poético.
Barret, por su parte, iniciaría el curso de arquitectura mientras que Waters lo haría en Artes. Londres era el centro de la vanguardia artística y antisistema gracias a la influencia de The Rolling Stones o The Beatles, los muchachos que poco tiempo después darían vida a Pink Floyd se veían sobreestimulados a la hora de crear y componer música.
Los lazos de Pink Floyd comenzarían a darse con la ligazón formada primeramente por Waters con Mason, para luego incorporar a Barrett y David Glimour. Así, en resumen, se concretarían lo inicios de esta icónica agrupación, que no solo marcaría historia en términos del pop, sino que también seria contestaria, antisistema y de vanguardia, incluyendo, sobre todo en sus películas y videoclip, un gran sentido de la estética, como se evidenció en ‘The Wall‘.
La fama mundial del grupo de Londres es ya conocida, sin embargo, no todo sería dinero, grandes recitales o la creación de los dos de los cinco discos más exitosos mejor logrados de la música rock, también habría consecuencias, las que serían asumidas por Syd Barrett al poco tiempo de conocer el éxito.
Syd Barrett, prisionero de la psicodelia
Los inicios de Syd Barrett, casi como una premonición, se dieron precisamente con Pink Floyd en el club UFO de Londres, lugar en el que prontamente conocería no solo la fama, también la psicodelia y la tranquilidad de sentirse a gusto, por lo que podría comenzar a experimentar con todo tipo de experiencias y sensaciones, provocando que Barret, quien en parte se ocupaba de los aspectos artísticos de la banda, decidiera incluir la multimedia y las imágenes en sus presentaciones, agregando luces de colores y vistosas referencias a las experiencias psicotrópicas que conocía desde su, hasta ese entonces, incipiente relación con las drogas.
De ahí en más, la relación de Syd Barret tuvo un compromiso mucho más férreo con las drogas y el trasnoche que con el propio Pink Floyd. El propio Roger Waters describiría en la revista The Rolling Stones una situación que ejemplifica el estado de Barret: “Cuando ensayábamos, todo iba bien. Hacía lo que tenía que hacer, tocaba, cantaba, seguía la pauta, pero todo cambiaba abruptamente cuando había que tocar en vivo. En plena gira por los Estados Unidos, Syd no fue capaz de seguir el programa y tuvimos que cancelar todo y volver. Syd ya era preso del ácido”.
Desesperados, en 1967, Roger Waters y David Glimour, ambos amigos de infancia y juventud de Syd, decidieron ir en su ayuda, pues el exceso de ácidos y drogas de todo tipo generó en Barret principio de esquizofrenia, que se contraponía con las exigencias de un grupo tan exhaustivo como Pink Floyd. De ahí en más, todo iría en cuesta abajo para el carismatico estudiante de Artes, a quien, justo antes de un concierto en Londres, decidieron no pasar a buscar a su casa, abriendo paso a David Glimour.
“Fue bastante duro tener que reemplazar a uno de mis mejores amigos, ¿sabes? Es algo realmente duro (se emociona)…” (entrevista a la BBC de Londres, 2008).
En 1968 la relación Barret-Pink Floyd llegaría a su fin en términos artísticos, luego de que la banda emitiera un comunicado donde confirmaba el alejamiento definitivo de Barret de toda actividad ligada a Pink Floyd. Un poco más de un año después, en 1969, la banda publicaba su primer álbum sin su fundador estrella: “Ummagumma”.
Ese mismo año, Syd Barret decidiría lanzar su carrera como solista, por lo que se acercó a su dos viejos amigos, Waters y Glimour, para solucionar sus diferencias, lo que finalmente derivó en que ellos producirían musicalmente su primer disco en solitario ‘The Madcap Laughs‘ (1970), el cual, si bien parecía la vuelta del diamante loco, estaba lejos de serlo, pues a pesar de que es considerado uno de los clásicos de la música psicodélica, ni ese disco ni Barret, del mismo año, serían grandes éxitos.
Aquellas serían las últimas veces que Syd Barrett entraría a un estudio a grabar, pues se mudaría a Cambridge a vivir con su madre y hermana. Sin embargo, a pesar de que la relación artística entre Pink Floyd y Barrett llevaba un buen tiempo acabada, no fue así con la relación de amistad que el tridente Barret, Waters y Glimour mantuvo; ambos integrantes arreglaron todo legalmente para que Syd pudiese cobrar por derechos de autor y así tener dinero para mantenerse. Era millonario, pero nunca más tocó junto a sus amigos.
Syd Barrett, después de ‘Dark Side of The Moon‘
A pesar de que los caminos de Syd y la banda que ayudó a formar estaban ya separados, la presencia casi permanente en el recuerdo de Waters del propio exvocalista de la banda seguía presente, ya que Waters comenzó a ver en una sociedad de a mediados de los 70 cómo todo lo que el propio Barret odiaba se volvía realidad y, al mismo tiempo, se veía obligado como músico a tener que sacar algo igual o mejor al disco que los catapultó definitivamente a la fama, el icónico ‘Dark Side of The Moon’.
Curiosamente, en parte, la respuesta estaba en su amigo: ‘Wish You Were Here’ era la contestación, puesto que la gran cantidad de canciones de este disco estaban dedicadas o basadas en las vivencias que Pink Floyd tuvo en la etapa más compleja del cantautor británico; también fue aquí donde tanto Waters como Glimour se llevarían una gran sorpresa.
Shine on You Crazy Diamond
‘Wish You Were Here’ tenía la difícil misión de ser el sucesor artístico y comercial de ‘Dark Side of The Moon’, sin embargo eso no sería lo más importante de este disco, el cual, en términos simbólicos y sentimentales, es quizás el más importante en toda la carrera de Pink Floyd.
Durante las grabaciones y ensayos en el famoso estudio imortalizado por The Beatles, Abbey Road, se viviría una de las situaciones más emocionantes que el grupo haya vivido en todos sus años de carrera, en especial para Glimour y Waters.
“Se apareció ahí sin que nos diéramos cuenta, lucía irreconocible. Sin pelos, sin cejas y con probablemente 100 kilos de peso, haciéndolo casi irreconocible tanto para Waters como Glimour, inclusive” (Nick Mason, documental para la BBC, 2008).
“Recuerdo que ese momento fue muy triste, muy especial, muy duro. Recuerdo que vi a Roger y nos pusimos a llorar, mientras David lo miraba asombrado, no podíamos creer que era Syd” (Richard Wright, documental para la BBC, 2008).
Lo curioso y especial de esa aparición sorprendente del malogrado músico fue que se dio, precisamente, durante los ensayos correspondientes a ‘Shine You Crazy Diamond’, extensa canción dedicada explícitamente para Syd Barrett, la cual abarca lo que era para sus compañeros tanto a nivel artístico como persona, relatando su forma de ser y vivencias en forma metafórica y titulada, además, con el apodo que tenía Barret: “Diamante Loco”.
Probablemente esa fue la despedida del Syd consciente, porque a partir de 1975 se cortaría toda relacion de Barrett con el mundo exterior, incluyendo a sus amigos Waters y Glimour y el resto de Pink Floyd, recluyéndose definitivamente la casa de su madre hasta su muerte, un 7 de julio de 2006.
A pesar de que Barret nunca más fue visto, tanto Waters como Glimour se aseguraron, además del dinero que le correspondía por derechos de autor, de visitar a su madre y hermana constantemente para saber sus estados.
A los 60 años, ese 7 de julio de 2006, hace 14 años, la hermana de Syd, Rosemary Breen y sus dos mejores amigos en representación de Pink Floyd, anunciaban la quebrazón definitiva del diamante loco a través de un comunicado, en el cual se anunció su fallecimiento por un cáncer de páncreas agravado por una diabetes.
Ya son 14 años sin el Diamante Loco.
Te dejamos con un documental que habla sobre la relación que tuvo Syd Barrett en su periodo junto a Pink Floyd: