No hay comentarios

Directoras del terror: el ojo fílmico femenino en el género – Parte Dos

El género de terror en el cine posee una larga data en cuanto a su filmografía, mayoritariamente dirigido, escrito y producido por hombres. Sin embargo, hay mujeres que han marcado pauta en cuanto a la trascendencia de este género, con filmes que, sin duda, han conservado una gran importancia en la historia cinemática.

Aquello fue abordado en la primera parte de nuestro artículo “Directoras del terror: el ojo fílmico femenino en el género”, que puedes leer a continuación:

En esta segunda parte, nos introducimos en la época de éxito del terror slasher, por lo que parece pertinente hacer una reflexión sobre este tipo de filmes y el género del terror en general.

Desde una perspectiva feminista, en general, el tratamiento que se le hace a las figuras femeninas se asocia con “el miedo hacia lo abyecto”, el rechazo a la figura del otro distinto a mí o, en realidad, la codificación como una forma de representación, el otro distinto a lo masculino blanco-heteronormado.

En el cine de horror temprano, la configuración de los monstruos se resuelve como ese otro distinto, lo abyecto, que amenaza el status quo; las mujeres son vistas como virtud, pureza y personificación de ese status quo, es decir siempre bellas, siempre blancas, siempre rescatadas. Pero la percepción del rol de lo femenino cambia con el pasar de la época, deja de ser el status quo y comienza a percibirse como abyecto.

Algunas de las cintas “slasher” más conocidas de la filmografía.

El cine de “serie B“, como fue mencionado en la primera parte de esta investigación, se transformó en un terreno fértil para muchos realizadores emergentes, además de la consolidación del cine independiente (y autogestionado); los cineastas se apropiaron de ciertos lenguajes de este tipo de cine, en particular del género exploitation

El exploitation consta como el género de ficción que basa su atractivo en los temas moralmente inaceptables y socialmente escandalosos como el comportamiento sexual humano, el erotismo, la violencia, el crimen o el consumo de drogas. Generalmente, este tiene un presupuesto acotado, mas con la intención de conseguir cierto éxito comercial.

En ese sentido, la directora estadounidense Beverly Sebastian junto a su esposo, Ferd Sebastian, cocrearon varias producciones independientes con premisas bastante interesantes. Enfocándonos en las películas de miedo, la primera obra de este tipo fue ‘The Single Girls’ (1974), filme de comedia/horror slasher.

No obstante, en 1984 hace su estreno ‘Rocktober Blood’, cinta de horror/slasher, dirigida en solitario por Beverly Sebastian, que se centra en Billy “Eye” Harper, el cantante de una banda metal, que se convierte en asesino y está aparentemente muerto, y Lynn, su novia, que se convierte en la cantante principal de la banda luego de que Billy “muriera”. Lo interesante de este largometraje es, por un lado, que posiciona a una mujer como la vocalista de una banda de metal y, en segundo lugar, el soundtrack es ejecutado por la banda Sorcery.

Póster Rocktober Blood

El matrimonio, durante sus años activos dentro de medio, realizó muchos proyectos juntos, que se alejaban de los conceptos de terror, pero que continuaron con la estética del exploitation.

Por otra parte, el cada vez más popular subgénero del horror, el slasher, se convirtió en el preferido de muchos directores. Ya entrados los ’80, esta subcategoría era increíblemente atractiva y provocadora, en particular para su público objetivo: los adolescentes.

En cuanto a producciones dirigidas por mujeres, encontramos títulos como ‘The Slumber Party Massacre’ (1982), de Amy Holden Jones, y su secuela ‘Slumber Party Massacre II’ (1987), por Deborah Brock; dentro del mismo universo de la franquicia de Slumber Party Massacre, se encuentra el largometraje ‘Sorority House Massacre’ (1987), el único filme de la cineasta Carol Frank, el cual también consigue una continuación, pero cambiando a su director.

Slumber.

Aun cuando en su momento no obtuvo una gran valoración y fama, Roberta Findlay también se levanta como otra mujer que incursiona en el mundo del slasher; ella realizó cintas como Tenement (1985), Blood Sisters (1987), Prime Evil (1988) y Lurkers (1988), las cuales se caracterizan por tener protagónicos femeninos fuertes y enfocarse en elementos sobrenaturales y el ocultismo. La característica principal de estos largometrajes es la gran participación de mujeres delante y detrás de cámara, hecho bastante llamativo y enriquecedor para el género.

Blood Sisters

ANÁLISIS FINAL: LOS ARQUETIPOS DEL TERROR

Ya casi acabando la década (y con ello, este larguísimo artículo), alejándose del slasher, la destacada realizadora Kathryn Bigelow -ganadora del Oscar a Mejor director por “Vivir al límite” (2008)- luego de su debut en la dirección con ‘The Loveless’ (1981), dirige ‘Near Dark’, de 1987, un neo-western/horror film que cuenta la historias de Caleb Colton, un chico de ciudad pequeña, que se une a un clan de vampiros luego de que una chica llamada Mae lo convierte en una criatura de la noche.

Un par de años después, Mary Lambert estrena ‘Pet Sematary’ (1989), primera adaptación de la novela homónima de Stephen King, quien también redactó el guion, convirtiéndose en un clásico del cine de terror sobrenatural. Por cierto, la obra de Lambert obtiene una segunda parte, ‘Pet Sematary Two’ (1992), sin embargo King no participó de la elaboración del libreto de esta continuación.

Pet Sematary

En cintas de esta época encontrarnos que el rol de lo femenino se plantea como lo abyecto y cómo estas mujeres se presentan, muchas veces, como una amenaza.

Respecto a lo anterior, Julia Kristeva, gran académica y teórica del cine francesa, argumenta que lo “otro” nos asusta, porque es algo que nos intimida por instalarse como una configuración extraña, pero el “plot twist” es que proviene de nosotros mismo; el cine de horror, en particular el slasher, ve los cuerpos femeninos como abyectos, por esa razón los expone, persigue y mutila; las mujeres, en estos filmes, suelen ser activas e independientes sexualmente, hiperfeminizadas y en total consciencia de su etapa reproductiva, lo que provoca el deseo de poseerlas (tanto el espectador como los personajes) y, cuando esto no sucede, se convierten en sujetos abyectos pues son vistas como una amenaza a la masculinidad.

Asimismo, encontramos el arquetipo de la “final girl”, concepto planteado por la profesora estadounidense Carol Clover. Este canon confunde a la audiencia al representar a una mujer convirtiéndose en un héroe violento y que derrota al monstruo que la persigue; este objetivo solo lo consigue cuando la “final girl” logra performar lo masculino, convirtiéndose en la fantasía sadomasoquista del espectador, compartiendo este rasgo con la “femme fatale”.

Libro Men, women and chainsaws, de Carol Clover.

Asimismo, la académica proveniente de Estados Unidos, Linda Williams, argüye que en toda cinta de terror, los monstruos configuran la represión patriarcal, quien está simbólicamente castrado, carece de algún aspecto de poder o, por el contrario, tiene gran poder. El monstruo se diferencia del héroe, un personaje común, por su interés sexual: la criatura tiene apetitos sexuales frustrados y amenazantes, su carencia es poder, mientras que el héroe normal no posee estas urgencias ni frustraciones.

Se puede o no estar de acuerdo con los esgrimidos argumentos, pero es notable cómo la configuración del monstruo se ha perpetuado y, si bien difiere en su estética o su planteamiento, el esquema base permanece intacto.

Sin embargo, ¿qué ocurre con los filmes de terror realizados por mujeres? Todas las películas y directoras revisadas en esta recopilación, de alguna u otra forma, posicionan a la mujer y a sus personajes en general, desde un aspecto más reflexivo en cuanto a sus roles y dinámicas, no obstante no logran alejarse de los cánones y discursos preestablecidos que constituyen el género.

El cine de horror de los 90s (a pesar de que seguirá siendo dominado por dinámicas y lógicas masculinas) y el nuevo cine de terror del siglo XXI, se encargarán de refundar y reimaginar las temáticas del miedo, en especial aquellas cintas dirigidas por mujeres, como por ejemplo ‘Raw’ (2016), de Julia Ducournau, o ‘A Girl Walks Home Alone at Night’ (2014), de Ana Lily Amirpour, incorporando temáticas que pertenecen a discusiones sobre roles de género y sociedad, reinventando arquetipos, líneas argumentales, estéticas, etcétera; apropiándose de su lugar dentro de los relatos de terror.

No obstante, no hay que olvidar que este camino ya ha sido emprendido por la directoras mencionadas a lo largo de todo este análisis y que, sin duda, se ha establecido sus propios cuestionamientos y exámenes hacia el rol de las figuras femeninas en pantalla. 

También podría gustarte
Etiquetas: , , , , , ,

Más publicaciones similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Tienes que aprobar los términos para continuar