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Pixar y su visión sobre la paternidad

No es ningún secreto que Pixar Animation Studios ha influido enormemente en el cine de animación, especialmente en lo que refiere a las temáticas infantiles. Desde el estreno Toy Story (1995), su primer largometrje (y el primero completamente animado de manera digital en la historia del cine) han marcado tendencia dentro de su tarea principal: divertir y conmover a la familia completa.

Tras el estreno de Coco (2017), es ineludible una lectura más adulta de las temáticas abordadas por este estudio, que aunque pertenece a Disney, tiene una visión de mundo propia que plasma en sus filmes.

En honor al día del padre, exploraré algunos de los filmes de Pixar y cómo esta conocida y popular productora nos enseña a aprovechar el máximo del tiempo que tenemos con quienes más amamos. Te advierto que este artículo contiene spoilers.

Padres que parecen… ¿madres?

Es común en Disney potenciar uno de los dos roles dentro de la dinámica familiar. Clásicos como Dumbo, Bambi o El Rey León forjaron sus argumentos sobre la base del amor, la pérdida o el esfuerzo de una de esas dos figuras. Pixar no se queda atrás en esa línea editorial y en dos de sus mejores historias, explora especialmente la idea de ser padre sin una compañera al lado como madre. Me parece que existe el esfuerzo por presentar líneas argumentales que permitan a los niños ver en sus vidas esas presencias dentro de sus diversas dinámicas personales, finalmente lo que importa siempre será que la calidad de una relación interpersonal no puede medirse en el tiempo que pasamos junto a esa persona, sino en el amor que nos tenemos. 

“FINDING NEMO 3D” (L-R) NEMO and MARLIN. ©2012 Disney/Pixar. All Rights Reserved.

Cumpliendo todos los estereotipos que habitualmente el cine y la sociedad ha cargado a las madres, Marlín en Buscando a Nemo (2003) es el ejemplo dorado para la expectativa que deberíamos tener de los padres. Y es que todos los niños quieren (¡y merecen!) un papá dispuesto a cruzar el océano por verles una vez más. Que aunque se equivoque, esté dispuesto a enmendar sus errores. El esfuerzo de Marlín puede ser el de nuestra mamá, nuestro abuelo, nuestros tíos. Cuando somos chicos y estamos tan perdidos y tan iracundos como Nemo, necesitamos alguien que nos ayude a encontrar el camino a casa.  

Algo parecido pero con una carga de crítica social mucho más profunda, es lo que le sucede al Mr. Increíble. Incluso en una familia de superhéroes, la ausencia de la madre por temas laborales es algo que pone la realidad de cabeza. En Los Increíbles 2 (2018) Bob debe lidiar con todo lo que significa estar a cargo del hogar y de sus hijos (parece que el trabajo doméstico era algo que Elastigirl manejaba a solas) y resulta motivo de carcajadas verlo fallar en su intento por lograr que Dash estudie matemáticas, que Violeta no llore por perder al chico de sus sueños o que el bebé Jack Jack… no destruya el mundo, básicamente. Todo eso mientras prepara la comida y mantiene el aseo del hogar. Nuevamente, Pixar nos arroja encima estas convenciones sociales y busca, de un modo u otro, que los niños cuestionen sus dinámicas familiares. Un golpecito en la espalda para varios padres en las salas de cine. 

La paternidad como una relación de amistad 

Haciendo eco de las múltiples teorías psicológicas que sostienen la importancia de una figura que guíe o sirva de tutor para la vida, Pixar ha ofrecido muchas opciones donde la compañía, el cuidado y la complicidad de un padre se personifica en el rol de un mejor amigo o un compañero de aventuras. Desde esa óptica, son pocos los casos donde el rol paterno no influya o no marque la vida del protagonista (Toy Story es casi el único ejemplo de esa ausencia, una ausencia que ha motivado a cientos de fans a crear teorías acerca del origen de Andy). 

Tal es el caso de Sullivan en Monsters, Inc (2001). Debido a un terrible error, la curiosa y pequeña Boo termina en el mundo de los monstruos. Esta dimensión desconocida que teme a los niños y que ha construido todo un mundo mítico en torno a ellos. Mike Wasowski y James P. Sullivan hacen lo que ya Timón y Pumba habían hecho en el 1994: proteger y cuidar de un cachorro como si fuera propio. Gatito y Boo nos enseñan que el tiempo es efímero cuando se trata del amor y que, aunque inevitablemente ese tiempo se acabe, el amor deja una huella en nosotros. 

Y es que la muerte, la ausencia y la paternidad son un vínculo muy estrecho y recurrente en los filmes de Pixar. Clásico es la conmovedora historia de Up (2009) y la reivindicación de ese rol en la figura de Russell. Carl, un viejo gruñón que ha perdido todo (incluso la posibilidad de ser padre) se enfrenta al desafío de compartir el sueño de su vida con un pequeño y algo molesto niño explorador. Encontrando el equilibrio en esa dinámica relación, Carl de un modo u otro, ve parte de su sueño realizado. Porque tener un padre debería ser algo parecido a tener un buen amigo, un aliado, alguien con quien recorrer el mundo, discutir todo lo que es necesario, pero finalizar el día tomando helado juntos mientras cuentan los autos que pasan por la calle. 

La paternidad y su lucha contra el tiempo

Esta lista no puede quedarse sin nombrar una de las películas de amor familiar más bonitas y comentadas del último tiempo. Tras años sin crear nada nuevo (o bueno) Pixar nos presenta Coco (2017): la historia ambientada en la tradición mexicana del día de los muertos nos muestra el accidentado viaje de Miguelito a la tierra de los muertos en búsqueda de la bendición de su bisabuelo para ser músico. En el camino conoce a Héctor, un pobre compositor que ha sido olvidado en la tierra de los vivos. El mensaje de la cinta es redondo: solo muere realmente quien ha sido olvidado. En el corazón de Coco, la abuela de Miguelito, la voz de su padre sigue resonando y aunque, en su vejez, difícilmente habla o convive activamente con sus familiares, basta una nota de sus canciones para reconectarse con ese amor tan profundo y tan imposible de olvidar. Recuérdame, le dijo y lo recordó para siempre.

Los hermanos elfos de Unidos (2020), el último y frustrado estreno de Pixar (la pandemia no dejó títere con cabeza), tienen literalmente una carrera contra el tiempo para recuperar algunos instantes junto a su fallecido padre. En un mundo lleno de magia, Ian y Barley  viven un trozo de la dolorosa fantasía que significa volver a tener un instante para conversar con ese ser amado que perdimos. En un relato emocionante, dos hermanos se enfrentan a los prejuicios que tienen el uno sobre el otro y a sus propios miedos, mientras descubren que incluso aunque el objeto de nuestro amor ya no esté presente junto a nosotros, las poderosas huellas de ese sentimiento repletan otros aspectos de nuestras vidas y que siempre tendremos a alguien en quien confiar. 

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