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Escuchar al mejor postor: ¿Por qué se están vendiendo los derechos de las canciones?

Hace poco más de un mes el cantante, músico y poeta estadounidense Bob Dylan (69) hacía noticia por la venta de los derechos de canciones como autor. El acuerdo que firmó con Universal Music Group y que incluye, entre otras, a icónicas canciones como “Knockin’ on Heaven’s Door”, “Mr. Tambourine Man”, “Forever Young”, “World Gone”. Si bien el acuerdo económico se desconoce, pareciera ser que las cifras detrás de la operación serían multimillonarias… y más importante es que pareciera ser una tendencia en los artistas a nivel mundial.

Bob Dylan se suma a una variopinta selección de artistas como David Bowie, Shakira, Imagine Dragons y Frances Bean Cobain, hija de Kurt D. Cobain, quien vendió una pequeña parte de los derechos que le correspondía por la imagen de su padre. La pregunta que salta a la palestra es casi obvia: ¿Por qué está ocurriendo esto?

Shakira

El auge de la plataformas de streaming, el cambio radical en cómo ha evolucionado el mercado de la música e incluso los embates que ha provocado la pandemia, coartando la posibilidad de realizar grandes giras como lo era hasta hace un poco tiempo atrás, han provocado, en consecuencia, que el valor bursátil de los catalogos de canciones se dispare.

Según cifras entregadas por Forbes en conjunto con Wall Street, en promedio los catalogos de canciones se han experimentado un aumento en su tasación bursátil que va desde los 4 hasta los 41 millones de dólares.

¿Cuáles son las canciones y grupos más beneficiados?: las viejitas

El desglose realizado por Forbes señala que las bandas, solitas y canciones son aquellas que tienen en promedio más de 40 años de existencia y trayectoria. The Beatles, David Bowie, Rolling Stones son los artistas más beneficiados con estas alzas. En cuanto a canciones, “Let it Be, la famosa canción del cuarteto de Liverpool, ha sido la que más ha elevado su valor debido a su éxito en las listas de plataformas como Spotify o el ascenso de las cifras de reproducciones en YouTube.

Dentro de las razones de este fenómeno, hay una que explica la revalorización de las canciones: la nostalgia. El cambio de paradigma – aunque momentáneo- producido por la pandemia ha creado una necesidad en las personas por “sentir a sus artistas favoritos”, reposicionando la importancia del single, lo que se ve influenciado por el cambio de enfoque que, obligatoriamente, han debido asumir los artistas con conciertos online, charlas, lanzamientos virtuales, entre otros.

Otro motivo para explicar el boom de esta práctica es el gran nivel de inyección económica que existe. ¿Cómo? Simple: el vender un disco – ya sea en formato físico o digital- por más exitoso que sea, siempre es una entrada de dinero más lenta, o bien, aunque sea rápida, en algún momento se estanca y deja de ser del todo fructífera.

Lo mismo pasa con los conciertos y giras: en algún momentos debes parar, replantear el show, descansar, reorganizarte artísticamente, en cambio esta maniobra comercial permite gran inyección de recursos que no solo mantiene un staff humano, sino también la posibilidad estar mayor tiempo en fase de creación porque se cuenta con las espaldas económicas.

Según la revista Biliboard, la cifra total recaudada por la venta de derechos de autor y de imagen alcanza los 600 millones de dólares, significando que por el momento los grandes artistas no vean mermadas sus posibilidades económicas, entre otras cosas, mientras duran las prohibiciones a raíz del covid-19.

Por último, los beneficios fiscales de esta operación no son menores. Solo Bob Dylan reduce el costo fiscal a pagar en un 37% al no ser un bien material el que es comercializado, por lo que, según la ley estadounidense, el oriundo de Minnesota podría quedar exento de ese pago. 

Actualmente, en Chile, según fuentes de la SCD, no existen acciones que se asimilen a este fenómeno que comienza a brotar en la escena musical mundial.

Las plataformas digitales han cambiado para siempre la industria de la música. Ya no son los discos o los pósteres; tampoco son las revistas, la mercancía tradicional.

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