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Entrevista| Montserrat Martorell, la escritora chilena del nuevo milenio

Chile, a lo largo de su historia literaria, ha cosechado un sinfín de nombres que la posteridad ha enmarcado como artistas sobresalientes, dignos de admiración y, en gran parte de ellos, merecedores de premios como el Nobel.

Esas mismas generaciones de literatos influyeron notablemente a quienes hoy representan al orbe de escritores en Chile. Uno de aquellos es Montserrat Martorell, periodista y escritora chilena -con parte de su familia paterna nacida en Buenos Aires, Argentina-, quien con dos novelas debajo del brazo, La última ceniza (2016) y Antes del después (2018), ha sido vanagloriada por críticos, aclamada por el público y reconocida no solo en Chile, sino también a nivel mundial.

Teniendo a la Universidad Diego Portales y la Universidad Complutense de Madrid como almas máters, Montserrat Martorell descubrió su amor incondicional por la literatura y la ficción en sus tantos viajes por el descubrimiento artístico, lo que la ha llevado a ser, probablemente, una de las grandes autoras del nuevo milenio en Chile.

El feminismo, la introspección humana, las relaciones interpersonales, el recorrido por los temores más íntimos y el reconocimiento del valor del amor propio, son tópicos recurrentes en las obras de Martorell, los cuales han hecho brillar cada una de las letras, permeando de humanidad y cercanía en cada uno de sus relatos.

Montserrat nos brindó un tiempo en La Máquina para conversar sobre sus próximos proyectos, su lado más personal, su visión del periodismo y la literatura y el cómo se siente ser una de las autoras más aplaudidas de los últimos años.

Montserrat Martorell

Montserrat, una pregunta compleja para cualquier de nosotros… para ti, ¿qué fuiste primero: periodista o escritora?

¡Uff, difícil pregunta! Nunca me la habían hecho… Eeeh…, son disciplinas primas hermanas… yo creo que primero, genuinamente, fui escritora. Era muy chica, tenía cinco años, escribía de manera muy irracional, muy genuina, muy auténtica; garabateaba poemas, cuentos, pequeños relatos… te estoy hablando de que era chica, cinco años, y tampoco sin ningún objetivo, sin ninguna ambición… coleccionaba diarios de vida, entonces creo que dentro de mi había una fuerza que estaba que era inminentemente literaria. Y bueno, después, con los años, había que ponerle nombre a esa vocación, que no tenía mucho sentido racional y la carrera más afín para eso era periodismo.

¿Y por qué no elegiste Literatura, por ejemplo?

Lo pensé, pero sentía que el periodismo me daba más posibilidades laborales. Ahora, quizás estoy un poco más arrepentida, pero no porque hubiese sido muy distinto el camino, sino porque lo hubiera pasado mejor; hubiera tenido compañeros con gustos más similares a los míos. Creo que soy mucho más afín a la gente que estudia literatura que a la gente que estudia periodismo; si bien son inquietudes muy similares, creo que la literatura me hubiese dado herramientas que hoy hubiera disfrutado mucho tener, si bien con el tiempo las he ido compensando, obviamente. He hecho máster en Literatura, un doctorado en Literatura, pero lo hubiera pasado muy bien estudiando literatura en pregrado. Ahora escucho gente que dice “Aaah, no, me carga, ojalá nunca hubiera estudiado literatura porque me coartó la cabeza, me cerró la creatividad”. Todo eso es verdad, porque la universidad forma a los estudiantes de literatura de una forma mucho más… conservadora, entonces yo creo que, en ese sentido, el periodismo no me castró nada mi… mi expresión.

Lo bueno es que ejerces las dos cosas, o sea, yo digo que ejerces literatura, pero la parte que tú ejerces es periodismo, digamos…

Montserrat:

Sí, ejerzo las dos cosas y soy muy feliz en los dos oficios. Me gusta mucho entrevistar, disfruto reseñando, haciendo una crítica literaria, escribiendo reportajes. Todavía quedan ahí resabios de la periodista, pero la verdad es que navego mucho mejor en las aguas de la literatura y la imaginación. Me gusta tomar la realidad, distorsionarla.

Tú cuando has trabajado como periodista, ¿también tienes ese mundillo de la literatura explícito? ¿Lo demuestras? Por ejemplo, tiendes a preguntar la parte más creativa, más literaria o tiendes a buscar el típico objetivo de ir al callo con el tema.

Sí… Bueno, ahora hago un programa de literatura (en El Periodista), entonces creo que ahí entrevista mucho la escritora, pero sí el periodismo me da el pulso del tiempo, de cuando la entrevista ya está “guateando” y hay que tirar una pregunta más fuerte. Ahí la periodista me dice “fíjate en esta frase o recógelo, contra pregunta”. Yo creo que sí, las dos cosas. Nicanor Parra decía: “que todos somo embutidos de ángel y bestia”, creo que me pasa un poco eso también.

Entonces tú eres una mezcla entre periodista y artista…

Sí, como todos.

Cuando estuve leyendo tu historia, me fijé que naciste en Argentina, eso no lo sabía. ¿Cómo fue esa experiencia?, ¿qué recuerdas?

Nací en Buenos Aires, Capital Federal, el año 1988. Mi abuela materna es argentina; la familia paterna de mi padre vive en Argentina, tengo una relación muy especial con Argentina. Tengo muchos vínculos, amigos, amigas… trato de ir al menos una vez al año a Buenos Aires y me siento muy bien cuando estoy ahí.

¿Cómo es la parte literaria, según tú? Todo esto en la actualidad.

Yo creo que… eeeh, eso el otro día lo hablaba con alguien. Estábamos en un asado y había alguien que criticaba el cine chileno y decíamos cómo el argentino es capaz de instalar temas o problemáticas, de darle en el clavo con frases o guiones muy potente, y yo creo que eso tiene que ver con que son muy buenos narradores en general. O sea, allá tú puedes ir caminando y conversar con el señor que vende el café o quien te atiende en un restaurant, etc., y te cuenta una historia, te dice algo. En cambio, el chileno es más tímido, más pragmático, más receloso, entonces no son narradores. Cómo voy a… las películas son un ejemplo de realidad, entonces creo que sí, que son capaces de narrarse permanentemente. Entonces, que creo yo, que, de hecho ya el psicoanálisis es una muestra. Los argentinos son capaces de hablar en voz alta, de contarte historias permanentemente, y creo que hay una tradición argentina, tanto en el cuento, la poesía como en la novela que todavía está muy por encima de nosotros, a pesar de que en Chile…

¿En todo sentido o solamente en el cine y en la literatura? 

Yo creo que se hacen muchas cosas en Chile, pero todavía nos falta aprender. Creo que allá la tradición es mucho más potente, más compleja todavía. Pero igual en Chile hay una diversificación de diferentes cosas. El mundo de la editorial, por ejemplo, la proliferación de las editoriales independientes. O sea, a mí me llegan siete libros de editoriales o de autores que quieren que los lea, que los entreviste o que les dé mi opinión. Yo me sorprendo con que me lleguen siete libros a la semana, es un país que está produciendo mucho. Creo que aquí igual están pasando cosas interesantes.

Si tú me dices que te llegan siete libros, esos siete libros, probablemente, nadie los conozca, o al menos muy poca gente los conoce.

Pero igual uno abre el diario y se encuentra con reseñas, entrevistas; ahora, también hay un montón de medios de comunicación, como el tuyo, que le dan cabida a distinta voces. Yo creo que quizás nunca se va a poder hacer una difusión a todo lo que hay, porque es mucho, pero igual creo que sí hay una cobertura, incluso en los medios más tradicionales o más formales.

Bueno, hablando específicamente sobre el tema de los nuevos escritores, ¿tú te consideras dentro de una nueva ola de escritores chilenos? Me refiero, por ejemplo, a (Jorge) Baradit, que según muchos es el mejor escritor en la actualidad en Chile, según muchos.

¡Uy! No sé cómo responder a eso, que responda mi abogado, ja, ja, ja. Es difícil decir si uno es parte de una nueva ola o quizás uno es de una tradición que sale de ahí. Yo creo que todos pertenecemos a generaciones más antiguas. Por ejemplo, leo poesía de mujeres que escribieron en los años 50 en Chile y me siento muy identificada con las temáticas, con las maneras, con las formas a pesar de que vivimos en otro mundo, completamente diferente. Sí creo que soy de una generación que no tiene miedo a escribir de temas que resultaban o resultan ser más complejos para las personas, por ejemplo, la sexualidad. Abordar el erotismo. Me pasa que leo mucho libro donde a la gente le gusta mucho describir una escena sexual o una escena masturbatoria. No tengo ningún tipo de pudor con hablar de eso, no me importa que lo lean personas que me conocen o lo que van a pensar.

Pasando a tu lado más creativo en ambas novelas… Yo tengo una lista de temas que tú has tocado: la infancia, la soledad, ¿cierto?. Pero hay un tema en particular, la polifonía. Cuéntame un poco a qué va la polifonía, porque la gente no ha escuchado, yo creo, qué es la polifonía y cómo eso se expresa en el papel.

Claro. Mira, la polifonía es la multiplicidad de voces y, en el fondo, es contarme una historia a través de múltiples voces y eso fue lo que yo hice con “La última ceniza”, que fue una de las características que los críticos que vieron como más importantes…

¿Es difícil llevarlo al papel?

Es que no lo pensé. Yo nunca pienso cuando escribo. Las dos última novelas, yo no las pensé en cómo lo iba a hacer o cómo las iba a narrar. Ellas me tomaron a mí, se posicionaron en mi manos, en mi cabeza, en mi corazón y, ¡pum!, fue una cosa muy apasionada. No tuve muchas posibilidades yo de interactuar con eso que quería narrar, entonces, ahora mirándolo a lo lejos, sí me parece que es una ejercicio complejo el que hice. Tenía el riesgo de no ser comprendido, pero al parecer funcionó muy bien y quedó muy armado y coherente. En el fondo tienes una novela que está contada, desde los personajes principales, que no se conocen, que no se tocan, pero que, sin embargo, están como súper unidos y anclados unos a otros.

¿Tú crees que la sociedad chilena tiene que ver con eso de que todos pueden estar viviendo en el mismo espacio, en el mismo contexto, en el mismo ambiente pero no se hablan?, ¿crees que sea así, te sientes representante del chileno en ese nivel?

Ehh… sí. No tenía respuestas al escribir. Es que de nuevo… cuando yo estoy escribiendo, no estoy pensando. Esas lecturas las aprendo después, cuando hacen críticas de mis novelas, me hacen comentarios mis papás, mis amigos, mi familia. Ahí recién voy poblándome de significados, pero en el momento, yo no sé. Por ejemplo, en la novela que estoy terminando, que me queda muy poquito para terminarla, no tengo muchas nociones sobre lo que estoy trabajando, pero estoy segura que después de la publicación, voy a empezar a cómo entenderla. De estas novelas que fueron escritas hace un año, dos años, recién ahora estoy teniendo como opiniones. Quizás en diez años tenga otras lecturas sobre ella. Lo que sí creo, es que sí, sobre todo en ciertas clases sociales hay personas que pueden no profundizar mucho. Hay como una manera súper robotizada de ser, como que nada es muy espontaneo, eso me impacta.

Bueno, me hablaste de tu nuevo libro. No quiero que hagas spoiler, pero ¿cuál es la diferencia con tus otros libros?

Me he dado cuenta escribiéndolo, releyendo. La semana pasada me puse a leerlo y creo que estoy mucho más madura literariamente y tengo más consciencia de lo que escribo, me hago más preguntas.

¿En qué sentido?

De preguntarme de qué estoy escribiendo, por qué lo estoy escribiendo. Hay momentos donde estoy muy perdida, por dónde van a ir los personajes y me hago preguntas. Me siento dueña de las situaciones y creo que va a ser mejor libro que los otros dos. Espero, quiero y lo deseo.

Sobre ese mismo libro y sobre ese mismo tema que estábamos hablando, ¿tú crees que falta apoyo a nivel estatal?

Sí, creo que falta… faltan políticas que apunten hacia tener becas, cobertura, propiciar instancias de conversación. Es cierto, a nivel micro, a nivel chico, hay un montón de cosas que uno está haciendo permanentemente. Yo la semana pasada, presenté tres libros, pero son instancias privadas, de autores, de editoriales. Creo que debería haber algo que aglutinara mucho más. Nosotras las escritoras, desde el día que marchamos juntas, el ocho de marzo para el Día Internacional de la Mujer nos configuramos como un grupo. Yo ahora vengo desde una reunión de allá, de AUCH (Asociación de Autoras Chilenas), que comprende a escritoras, narradoras, editoras, dramaturgas, poetas, a todas las mujeres del mundo editorial, y queremos vencer ciertos obstáculos que creemos que existen, o sea, nunca nos habíamos formado como colectivo las escritoras en el país, y estamos haciendo que de verdad va a ser importante.

Cuéntame. De qué trata, de dónde nació la idea.

La idea nació porque marchamos el ocho de marzo. Teníamos que vestirnos de morado, nos juntamos en el GAM, en el zócalo del GAM; nos reunimos, conversamos, estaban todas: la Damiela Eltit, Premio Nacional de Literatura, Alejandra Costamagna, Catalina Infante, en fin. Habían autoras mayores y autoras jóvenes; personas que habían publicado por primera vez, otras que tienen siete libros publicados pero que, en el fondo, nos convoca, el ser mujer en Chile, ser escritora y ser mujer. Luego de eso nos empezamos a dar cuenta un montón de falencias que existían, que no existían protocolos contra abusos, estadísticas en las que se muestra que los hombres reciben cinco veces más reconocimiento que nosotras; después, recitamos poesía. Cada una leyó texto propios, de mujeres que ya no están, que están muertas. Después de eso, bueno, hemos hecho un montón de cosas, además nos reunimos cada cierto tiempo y ahora nos vamos a juntar, ahora, el sábado, nos vamos a juntar en la librería Catalonia para organizar una performance que vamos a realizar en el FAS (Festival de Autores de Santiago), que va a ser este viernes, 27 de septiembre, a las cinco y cuarto de la tarde.

Eso que dijiste que los escritores hombres reciben cinco veces más…

¡Dije cinco como un aproximado, no tengo las cifras acá para revisarlas!

Pero a qué te refieres con eso.

A que hubo un grupo que se dedicó a revisar los estudios que empezaron a sacar las cifras que habían, no sé, “cuántas mujeres se habían ganado la beca del fondo del libro o cuántas mujeres habían sido reconocidas con el Premio Nacional de Literatura”, cosas así. Quedábamos muy chicas en todo lo que se hacía. En todos los ítems las mujeres éramos invisibles, entonces nosotras nos queremos hacer cargo de eso, desde nuestros lugares.

¿El feminismo es parte de tus libros? Porque, al menos en el segundo, se ve harto de eso.

Sí, yo soy feminista y siempre lo digo. También digo que ser feminista es una manera de instalarse en el mundo, de entender el mundo, de ver el mundo, de entenderse con los otros, con las otras… de ver la vida. Para mí, eso es el feminismo, me posiciona como ser humano. Los críticos dicen que los libros que escribo son feministas y yo creo que sí.

Pero cuando dicen que son feministas lo dicen de una forma peyorativa o lo dicen de una forma para mencionar que son feministas.

No. Yo creo que de hecho los críticos han sido gentiles con mis libros, no me han criticado mal, nunca he recibido una critica mala de mis libros y siempre están dispuestos a darle espacio a libros que traten problemas de mujeres, de vínculos de personaje. Para mí, la mujer en mis novelas siempre está en el centro de todo, pero en la historia que estoy escribiendo ahora, es de un hombre, ese es el importante.

El feminismo, ¿es parte del análisis psicológico que le haces a los personajes de tus novelas?

Sí, totalmente. A mi me interesa mucho la psicología…

Que interesante eso, porque yo he hablado con varios escritores en mi corta carrera como periodista y muchos hablan de que las parte psicológica los atrae. Hay escritores como Stephen King, por nombrar a alguno que les interesa la parte de suspenso, y hay otros que escriben para dar un llamado de atención, ¿eres parte de esos escritores?

Ojalá. Me gustaría que las personas se sintieran identificadas con mis libros, que puedan sentir la rabia, la pena, que puedan conmoverse, que por último, se queden pensando.

Hay algo que hablaste al principio sobre lo que hablan y no hablan los chilenos, ¿crees que hace falta que se toquen algunos temas aún en Chile? Que se hable de la sexualidad, que se hable sobre feminismo, de los homosexuales, del aborto.

Los tema siempre son los mismos, pero cambia la manera en que abordamos las cosas, pero siempre se puede profundizar en tópicos de manera diferentes. El otro día, conversando con una amiga escritora, Sara Bertrand, “la derrota era parte de la escritura”, me hizo sentido esa frase. El desafío está en ir puliendo la escritura para ir abordando esos tópicos.

¿Te gustaría escribir un libro dedicado al periodismo?

¿En qué sentido?

Esa pregunta tiene dos vertientes: por un lado, algo que tú hayas vivido como periodista y la otra, hacer una novela de no ficción, ¿te gustaría hacer algo así?

Sí, de hecho es muy probable que en los próximos meses empiece a hacer algo así. Tengo un proyecto, pero no le puedo contar a nadie. Es con una experiencia pero que no es mía. Tiene que ver con algo que ocurrió en un país muy lejano.

Va a viajar a ese país…

Es muy probable.

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