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Celine Reymond y su carrera como Kali Mutsa: “Realmente mi música busca ser extraña y me gusta que sea así”

Enigmática, electrizante y atípica es la música, la mirada y la personalidad de Celine Reymond y también de su alter ego, Kali Mutsa. No es de extrañar entonces que ambas habiten en el mismo cuerpo.

La artista chilena, conocida por sus roles en televisión desde la época de “Primera Dama” y la ultra vanguardista “Gen Mishima”, posee una mente inquieta por naturaleza y actuar no era suficiente para sacarse de adentro tanta creatividad envuelta en borlas y colores. Armando una vida entre Chile y Francia, con una herencia familiar rica en cultura y una apertura de mente lo suficientemente ancha para absorber con ojo maestro lo más exquisito de los lugares que ha escogido para inspirarse – aunque ella asegura que su mundo propio le proporciona más material e influencia que lo que ha visto-, nació una joya, tan incomprendida para algunos y tan amada para otros.

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Aunque parezca inexplicable, lo étnico, lo latino, lo electrónico, las raíces, la tierra y lo ritualista, sí pueden confluir en una sola cosa. Y es en esa explosión de estímulos cerebrales y un pálpito sicodélico – tan sicodélico inclusive para quienes creen que han llegado al peak de ese estatus -, que Celine Reymond dio vida a Kali Mutsa como proyecto musical. Y fue de lo mejor que le pudo ocurrir a la música nacional actual, magullada de tanto intento frenético por lograr hacer algo novedoso, sin mucho éxito. Acá pasó volando una brisa de aire fresco.

“Fusión” es el nombre insípido con el que está catalogado el trabajo de Kali Mutsa. Es preferible denominarlo de “genuino e intuitivo”. Pero en términos generales define bien lo que se escuchó y vio de la banda: Una puesta en escena cuidadosa, bien mitológica y gitanesca. Con más éxito en las afueras que en territorio nacional, discos como Ambrolina, Souvenance, La Devoración, Madre del Agua y varios singles en medio vieron la luz y sonaron en diversos escenarios más y menos indie.

Sin embargo, “Madre del Agua” (2019), fue el trabajo de despedida con el que Celine Reymond cierra un ciclo y donde despide no solamente a Kali Mutsa, sino que también a un ser muy querido, por quien el disco fue realizado además, siendo el más personal y un broche de oro perfecto que solo deja añoranza entre sus seguidores. En él, se logra palpar y apretar con la mano el dolor y duelo de la artista, pero también la paz y la luz.

En un país como el nuestro, hay que tener la confianza y seguridad suficiente para emprender caminos diferentes a los impuestos por la sociedad, por el de acá y por el de allá, como si tuviésemos que rendirle cuentas a alguien más que nosotros mismos. Pero esa montaña rusa que a veces te tiene bien arriba, otras veces intenta ponerte bien abajo, y desafiar esa gravedad ineludible es una tarea diaria que va de la mano con mucho de garra y fortaleza mental, mas también es una batalla que algunas veces nos cansamos de dar.

De esto, los inicios, las frustraciones lo bueno, lo malo y más, conversamos en La Máquina con Celine Reymond, en una entrevista exclusiva, para profundizar en algunos temas que ya habíamos tenido posibilidad de tocar en un encuentro en La Máquina En Vivo, hace varias semanas, que puedes revisar a continuación.

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N.E.: Esta entrevista se realizó de manera remota, debido a las precauciones dictadas para evitar la propagación del coronavirus covid-19.

Celine, desarrollaste una carrera musical durante casi la misma cantidad de tiempo que la actoral, bajo la banda “Kali Mutsa”, que significa “gata negra” en romané (o romaní). Quizás ya llego tarde con la pregunta, pero ¿cómo nació este proyecto y qué fue lo que quisiste explorar con este arte?


Se inició primeramente a través de buscarme un nombre de bailarina para bailar danza del vientre, en mi escuela todas elegían uno, porque si eras parte del cuerpo de baile de la escuela eso significaba que podías bailar profesionalmente y se usa comúnmente en la danza del vientre tener un nombre “artistico”. Después tuve muchas ganas de tratar de hacer mi propia música gitana, eso vino de mi obsesión por esa música, por sus intérpretes y sus historias. Como mi abuelo era palestino de primera generación, me sentía muy ligada a las músicas del Medio Oriente y cuando descubrí la música gitana y también descubrí que la música se podía hacer con un programa adentro de un computador, quise lanzarme con algo que englobara un mundo propio, con una leyenda, con una historia ficcionada que tuviera todas las cosas que me gustan y apasionan adentro.

Considero a Kali Mutsa un concepto como tal, porque no solamente tiene un estilo sonoro bien particular- entre lo étnico, lo ritual, lo nativo, electrónico-, sino que hay un arte detrás de los discos, las carátulas, hubo una puesta en escena completa durante los shows, donde se construyó una estética propia y ha sido sin duda de las cosas más interesantes e intrigantes que ocurrieron en la música chilena. ¿Fue difícil encontrar a la gente correcta (músicos, sello) que te permitiese explotar este estilo que no es tan común en Chile?


A la primera persona que contacté fue a Cristóbal Montes, que fue mi primer productor; él fue muy importante para ordenar las ideas y darle una estética sonora al proyecto, en suma a hacer las canciones realidad. Sin él no podría haber hecho nada la verdad. Casi al mismo tiempo llegaron Juan Francisco Obando (clarinete) y Danka Villanueva (violín), ellos son artistas muy talentosos, muy receptivos, muy buenos en el escenario, muy dispuestos a jugar, a actuar y a ritualizar los momentos. Con ellos hice Ambrolina y Souvenance (los dos salieron por el sello Shock que esta en Usa).

También trabajé con el genio Erasmo Parra que estuvo aquí en Chile un tiempo, pero nadie lo aprovechó, excepto yo (risas) y con él hice “Traga-Traga” y varias canciones de “Mesmer” (que salió en un principio por el sello ENDMK que está basado en Londres). Él es pluricultural, creció en Holanda, me hizo conocer el bhangra que se escucha en las Guayanas Holandesas, tiene un gusto hermoso y es muy osado y elegante al mismo tiempo .

Celine Reymond afirma: “Después trabajé con Imaabs que es un estudioso, filósofo y que hace una música mucho mas cercana a mi modo de ver a lo que es la música contemporánea, atonal a veces, conceptual pero con el beat del continente sudamericano que trae consigo resabios de sonoridades de culturas todas distintas, todas diversas, sus influencias son infinitas es ultra moderno y muy barroco. Con él hice “La Devoracion” que sacamos por NAAFI (sello mexicano)”.

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Celine continúa:

Después trabajé con Pablo Stipicic, que es supuestamente un productor mas clásico, pero al mismo tiempo súper abierto y muy talentoso, muy enamorado de la música y de todo lo nuevo y extraño; no le tiene miedo a eso, lo busca y es muy metódico, generoso y virtuoso. Con él hice 2 canciones de “Mesmer” y mi ultimo disco “Madre del Agua” que saque de manera independiente. Con él fuimos a Valparaíso a grabar el órgano de la Iglesia Anglicana de Saint Paul. Yo quería que todo el disco tuviera ese hilo conductor sonoro, el órgano de iglesia, un instrumento casi extinto en Chile.

También trabajé en vivo con IARAHEI que me ayudó a armar un show hermoso. Ella es una música instintiva, rítmica muy emocional y talentosa. Con ella mi show se trató más de las voces y las atmósferas. Ella tiene ideas muy hermosas y sabe interpretar mundos y universos de una manera muy conectada porque ella esta conectada con lo invisible y con melodías escondidas que le llegan desde no sé donde. Todas y todos los músicos que han tocado conmigo han sido increíbles, talentosos, imaginativos y osados.

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De la parte visual conocí a artistas increíbles con los que aprendí muchísimo: Enciclopedia Color (Paulina Giustinianovich), Felipe Prado, Andrea Barja, Fanteisha (Yohanna Ovalle ), Liu Marino, Felipe Carrera, Paloma Cruchaga, Valentina Piccolini. Nada de esa estética hermosa que logramos se podría haber construido tan preciosamente sin todos ellos y ellas, que son mis maestras mis maestros, mis cómplices y algunas mis amigas muy cercanas y queridas.

Tu forma de expresar arte en general tiene una “onda” particular; tus collages, tu contenido de Instagram, tus gustos musicales, mucho de oriental, mucho de francés, mucho de otras etnias. ¿Cómo influyó tu vida en Europa en el desarrollo de tus composiciones?

Creo que no influyó tanto porque siempre he sido como soy y mis intereses han ido variando y mis influencias también, pero no soy una persona que aprende por los ambientes en los que se desarrolla, yo me desarrollé mucho sola, en mi cabeza, con mi mundo propio y tratando de conectarme con el otro mundo, el verdadero el que está dentro de la realidad del día a día.

¿A qué dificultades te enfrentaste en el camino musical?

Primero que todo la única ambición verdadera que yo tenía con este proyecto era tener un MySpace bonito y armar un álbum temático que tuviera todos los temas que me interesan y en el que yo pudiera también hacer el arte, escribir las letras, inventar historias, ocupar samples, aprender a usar Ableton Live, hablar de una época y de un lugar que nunca existieron. Después Fonograma me escuchó y habló de mí; Lido Pimienta también me escuchó por MySpace y de ahí un señor venezolano que recién comenzaba su sello musical y que vivía en Usa me contactó para que pudiéramos ser parte de su sello.

Aquí en Chile nunca me pescaron, porque también entiendo que como hago tele la gente piensa que no puedo al mismo tiempo hacer música y música extraña. Creo que siempre pensaron que era algo ridículo, caprichoso y que mi voz era demasiado caprina para ser escuchable.

“Fui muy criticada y bullyneada por bastante tiempo, por todo tipo de gente, hasta por la radio, por Twitter, por Facebook. Pero eso no fue una dificultad, yo sabía que eso iba a pasar y aunque me dolía generar odio o rechazo, también había gente que le encantó el proyecto desde un principio y que me tiraron mucha buena onda. También tengo que decir que algunos tweets odiosos eran muy chistosos”, declaró Celine Reymond sobre los comentarios adversos a sus inicios.

Creo con firmeza que a la gente le incomoda lo que no entiende, lo que es novedoso, lo que no se atreve a explorar. ¿Piensas que la gente que criticó tu trabajo y estilo, realmente no lo entendió? ¿Qué consecuencias trajo para ti la negatividad de la gente?

Creo que realmente mi música busca ser extraña y me gusta que sea así, mi voz es particular, pienso que no es raro que a la gente que le gusta la música que se escucha en Chile, haya encontrado extraño y hasta malo mi proyecto; en gustos no hay nada escrito. Y yo personalmente no escucho la radio chilena, o lo que los chilenos consideran como música buena; tenemos un gusto diametralmente opuesto. Aquí está Imaabs que no se escucha en las radios y es increible, IARAHEI que es maravillosa, Lia Nadja, Diego Noguera y no sé cuanta gente más que me encanta, pero está fuera de los radares de la onda y de la moda.

La negatividad de la gente me trajo quizás tener un poco de pánico escénico lo que no me molesta tanto, porque ya me estoy haciendo mayor y me gusta que me gusten cosas que tienen que ver con exponerse menos; en todo caso eso no me impidió hacer todos los trabajos que hice. Estoy muy orgullosa de mi música”, concluye Celine Reymond.

Aparentemente tenemos además una horrible costumbre “chaquetera” de criticar a artistas que comienzan a explorar otras disciplinas, en tu caso, ser actriz y explorar tu faceta musical. ¿Qué te produce esto?, ¿Qué crítica le darías a los medios de comunicación sobre esto mismo?

No creo que se pueda cambiar esa manera de ser que tenemos los chilenos, ese chaqueterismo quizás también es parte de nuestro encanto y de nuestra fragilidad, también somos muy buenos en el humor, creo que somos de los pueblos latinoamericanos con el humor mas negro.

Yo personalmente no puedo criticar a los medios de comunicación de Chile porque no los consumo, mis periodistas favoritos son: Felipe Blanco (que escribe de cine), Daniel Rozas (que escribe de literatura, arte y música) y Rodrigo Fluxa (que escribe sobre hechos de sociedad, asesinatos y crónica roja). A ellos los sigo, pero porque me gusta como escriben ellos. Generalmente sigo a las personas que me gusta como escriben. La Mónica González y la Alejandra Matus, ellas dos me parecen increíbles, pero he leído libros escritos por ellas, no cosas que hayan escrito en medios.

¿Por qué decidiste terminar con Kali Mutsa?, ¿tuvo que ver con lo anterior?

No, tuvo que ver con que quiero explorar cosas nuevas, tengo muchas cosas que aprender.

Toda la promoción previa al lanzamiento de “Madre del Agua”, tu último disco, apuntaba a que con este material dabas por finalizada tu carrera musical para enfocarte en otros proyectos. ¿Fue una decisión impulsiva o venías meditándolo hacía tiempo?

Este último disco lo hice como el ultimo disco de mi proyecto musical. No fue una decisión impulsiva fue muy pensada y por ende hice este disco con todo el amor y el cuidado que merece una historia de amor que se termina.

Respecto de este último disco, que vendría siendo una especie de réquiem dedicado a tu primo tras su fallecimiento, sin duda refleja la atmósfera oscura, la composición densa y dolorosa, dando como resultado lo que, a mi juicio, es tu mejor trabajo, lleno de alma y emoción. Siendo esta tu entrega final y dado el trasfondo que tiene, ¿quedaste conforme con el resultado?

No tengo palabras para expresar lo orgullosa que estoy de ese disco, es maravilloso, es gigante, no me importa ser yo la que lo diga. Me encanta y le va a servir a la gente para ponerlo en su funeral o para sentir que se eleva siempre que lo necesite. Lo amo, estoy muy orgullosa de él.

A través de los años, tocaste en vivo en diversos escenarios, bares, ciudades, festivales. ¿A dónde más te hubiera gustado llegar con tu música? ¿Algún sueño que quedara pendiente?

Sí, tocar en Japón, eso quedo pendiente.

¿Tienes algún show en particular que recuerdes con cariño?

Lollapallooza, los dos shows que hicimos en Colombia, el show en Art Basel en Miami, la Piedra Feliz en Valparaíso.

¿Podría haber alguna forma nueva de compaginar tu carrera actoral con la musical? Por ejemplo, si te pidieran musicalizar una película, una obra, o una escena. ¿Te atreverías a aventurarte en un proyecto así?

Sí, me encantaría, crear atmósferas sonoras para películas o para exposiciones de arte.

De todas maneras queda material pendiente del disco que te queda por lanzar aún, un último videoclip. ¿Puedes adelantar un poco de esto?

Es un video clip muy bonito que dirigimos juntos con Pancho Urzúa, producido por The Roots. Es épico, distópico y triste, ojala lo pueda lanzar pronto.

Dejaste muchos seguidores viudos de tu música y que se preguntan lo mismo que yo: ¿Considerarías volver a futuro con Kali Mutsa?

No por ahora, como dice la letra de Wakan Tanga, Kali Mutsa se arrepiente de haber vuelto del pasado, no le gustó lo que vio en este mundo nuevo y quiere descansar.

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