Andrew Bargsted desde hace unos años ya se ha ido posicionando como uno de los grandes talentos de la actuación nacional. Ha participado en destacadas producciones que temáticamente nos han remecido (“Mala junta”, “Ramona” y “Nunca vas a estar solo”, por ejemplo). En su incipiente carrera, hemos descubierto su versátil talento, ya sea en el formato o en la historia que participa.
Además, Andrew Bargsted durante este 2021 estará rodando la serie “Los Prisioneros”, donde encarnará a Claudio Narea, guitarrista del histórico conjunto sanmiguelino.
Como si eso fuese poco, se ha mostrado fuertemente comprometido con la cultura y las artes desde distintos espacios, además de crítico con la realidad de nuestro país. Por estos motivos, La Máquina dialogó con Andrew Bargsted para charla de su filmografía, la realidad laboral de las culturas en Chile y su última película “Algunas bestias”.
–Para comenzar nos gustaría hablar de tu destacada filmografía y comenzando con esa joya llamada “Mala junta”. Han pasado un par de años y seguimos hablando de la cinta. Nos hizo colocar los ojos en el SENAME y es un referente si miramos el conflicto mapuche desde el cine. ¿Qué emociones te causa protagonizar un filme que adquiere más fuerza y vigencia con el paso del tiempo? Parece que estrenamos “Mala junta” la semana pasada.
Es súper importante haber sido parte de esa película. Esta revive todo el tiempo. Siempre activa y sigue siendo contingente. Retratando de manera personal y precisa lo que sucede en el sur y la vida de esos adolescentes que buscan un lugar de identidad, donde pertenecer y que encuentran en el otro esa conexión, que no habían encontrado en el mundo de los adultos.
–“Mala junta” le otorga el protagonismo a dos realidades que son parte de nuestras vergüenzas como sociedad. Sename y la relación con nuestros pueblos originarios. En tu perspectiva, ¿qué relación o rol debe existir entre cine y ciudadanía?
Con esta película participamos del circuito de la Cineteca Nacional, en el programa “Cine a la escuela”. Gracias a eso la película la vieron más de 6 mil estudiantes en todo Chile. Es súper importante esa conexión de cine y educación, en relación a la ciudadanía. El aporte que puede hacer el cine y el arte en general, en la educación, en el sentido de reflexionar, identificarse y cuestionar las realidades, desde un punto de vista crítico, personal y emocional. Y esto se ha puesto en evidencia con la pandemia, la cultura ha sido fundamental para la subsistencia psicológica y emocional de las personas.
–Especulando: ¿Imaginemos al Tano en el estallido social? ¿Ese personaje cómo lo ves tú en el Chile actual? ¿Votó Apruebo? ¿No fue a votar?
El Tano está en la primera línea. Yo creo que ese personaje representa ese sentimiento, donde no hay nada que perder. Como no tengo nada que perder, prefiero manifestarme y defenderme. Ser un ente activo en permitir que la manifestación se dé sin represión. Es un personaje que se hizo consciente de su propia realidad, de su posición en la sociedad políticamente. Parte un personaje consciente de alguna forma, pero desde la subsistencia, alguien que tiene calle, pero no una consciencia más allá de lo intelectual, sino que emocional o afectiva. De entender la importancia de un territorio o la familia en un sentido de los afectos. Y al final de la película el personaje sí vive esa transformación, es más consciente y enciende con más fuerza ese sentimiento de injusticia.
–Tu carrera ha sido muy intensa y has participado en cintas con gran trasfondo social. “Rapaz” con las detenciones ciudadanas, ya hablamos de “Mala Junta”, “Nunca vas a estar solo” basada en el caso Zamudio, “Marilyn” y “Locas perdidas” que se relacionan con la violencia de género. ¿Cómo ha sido participar en estos proyecto? ¿Son cintas que te demandan prepararte tanto para su filmación como para su reacción y la discusión que generan?
Me parece fundamental que el arte esté ligado a temáticas de la contingencia. Uno como intérprete, agradece dar carne, vida y emocionalidad a esos humanos. Es interesante lo que sucede después con las películas, uno mismo se va dando cuenta de lo que hizo. Estamos tan adentro al grabar, que no tienes plena conciencia.
Andrew Bargsted complementa: “De hecho, tienes muy poca conciencia de qué es lo que va a quedar y de lo que va a transmitir la película. Dentro de los proyectos que mencionaste, cada uno tiene su particularidad en torno a los procesos de producción o rodaje, y también lo que viene posteriormente, sobre el efecto que produce la película. Creo fundamental que el cine se relacione directamente con la contingencia, a través de relatos críticos, con interpretaciones de lo que sucede, no es intentar representar la realidad tal como es o contar una verdad para imponer una opinión. Más bien, es generar miradas críticas que permitan la discusión”.
–Y vinculado con lo anterior, tienes una filmografía muy atractiva. ¿Qué esperamos en tus próximos proyectos? ¿Tienes alguna intención para orientar tu carrera que recién comienza? ¿Qué proyecto te gustaría hacer?
No pienso mucho de manera consciente hacia dónde diseñar mi carrera. Es una combinación entre lo que se ha dado, ha llegado y lo que he decidido. Me interesa seguir la línea que he ido siguiendo. Mantener una diversidad de formatos, a mí lo que me gusta es actuar, más allá del formato. Pero sí mantener esta línea de hablar de temas que interesan, que son punzantes, que nos remecen como sociedad.
–Hablemos un poco de cultura y artes. 2020 fue un año crítico para la cultura. La pandemia ha cancelado proyectos, suspendido otros y obligado a readaptarnos. ¿Cómo ves la relación que se ha formado con lo digital para subsistir este año? ¿Es una vía con la que tendremos que convivir? ¿Cómo incide esta incertidumbre en lo laboral de la industria cultural?
Lo digital ha sido la única opción que hemos tenido como gremio, como mundo de la cultura. La incertidumbre es tanta y ha sido tan prolongada que no queda más que pensar que esto llegó para quedarse y mirar en ese mundo el vaso medio lleno. Siento que ha aportado en la democratización de las películas o de las obras. Hay gente en regiones que no tienen salas de cine cerca o salas de teatro y han tenido la oportunidad de acceder a esas obras a través de internet.
–Es irremplazable ese rito de ir al cine, sentir el sonido. Ir al teatro, sentir la mirada de la interpretación directamente. ¿Impacta el distanciamiento social en el plano artístico?
Yo creo que sí. Me sorprende el nivel de oficio de los espectáculos que he visto por Zoom. Es muy bello ver como solucionamos este problema, utilizando lo que tenemos y generando algo nuevo. No es teatro, es algo nuevo y es interesante ver que nace desde ahí. Se une el cine y el teatro, lo audiovisual como lenguaje y creo que eso es lindo. Lo que es súper positivo es la posibilidad de hablar de cultura. Han existido muchos encuentros, charlas, coloquios donde antes no había o que tienen un alcance distinto en la actualidad. Eso está super bueno.
–No queremos desaprovechar la oportunidad de recordar los nefastos dichos de la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, quien mencionó que un peso que se le dé a la cultura se le resta a otras carteras. ¿Cuál fue tu reacción? ¿Qué podemos esperar de la máxima autoridad en cultura y del gobierno con afirmaciones de ese calibre?
Súper nefasto y desafortunada su única intervención. La aparición que tuvo y fue para decir eso. Lo que más me sorprendió fue que con esas palabras puso en evidencia su real pensamiento, más allá de lo que se podía inferir. Porque bajan los presupuestos, no hay apoyo en momentos de emergencia, etc. Pero ella lo dice en la cara, para ella la cultura es un bien menor, que no es necesariamente fundamental para la sociedad. Y eso es inviable para el ejercicio de su cargo.
–¿Por qué la cultura no es prioridad en nuestro país? ¿Cómo podemos rectificar esto? ¿Existe una relación significativa entre ciudadanía y cultura?
Yo creo que tiene que ver con algo más estructural, que conforma nuestra sociedad y que tiene que ver con un modelo económico que conforma toda la sociedad. Lo que veo de las autoridades, es que el país opera como empresa, lo importante es la economía, el dinero, el consumo y el mercado. Y la cultura es un espacio que va contracorriente. A pesar de que hay una subestimación del poder productivo que tiene la cultura, pues lo tiene. O sea, si nos ponemos en su mentalidad, la cultura es un espacio de productividad y puede generar dinero. Pero la cultura, en su corazón, va en contra de esto.
“La cultura nos genera reflexión, emoción, es más invisible y no entra en estos cánones de producción, de crear un objeto consumible. También existe una total ignorancia de las autoridades actuales, la derecha ha sido históricamente un espacio político ignorante de la cultura, no dándole valor. Y ahí hay una estrategia política. No les interesa que nosotros pensemos, critiquemos y cuestionemos las cosas y la cultura tiene justo eso como tarea”, puntualizó Andrew Bargsted.
–¿Cómo observas la desprotección al trabajo en el ámbito de la cultura? En tanto sueldos, AFP, salud. ¿Cuál es el acceso que hay desde el mundo de las artes a las prestaciones mínimas?
Ha sido desastroso. Históricamente lo viene siendo. Hay una precarización total del trabajo. Este año llegó a su punto máximo. Siempre hemos estado al margen de los derechos laborales, somos parte fundamental del “boletariado”. Nunca o casi nunca trabajamos con contrato. Estamos un poco acostumbrados a eso y es terrible que sea así, naturalizarlo.
–En este sentido, cómo percibes la relación que existe en el binomio “arte/trabajo” ¿Hay industria cultural? ¿Industria creativa?
No sé si existe eso, pero sí las personas. Artistas, creadores, gestores, periodistas culturales, todos ellos existen. Pero no sé si las condiciones laborales nos permiten hablar de una industria cultural, porque no creo que estemos a ese nivel de protección o comodidad en nuestro espacio laboral. Por el contrario, siempre estamos resistiendo y viendo cómo lo hacemos para llegar a fin de mes o cumplir nuestros objetivos. Y ahí creo que es importante lo que va a pasar ahora con la nueva Constitución. Cuál es el papel de la cultura en ese proceso. Me gustaría que fuese garantizado como un derecho primero social el acceso y que nosotros, como trabajadores de la cultura, seamos considerados trabajadores normales igual que cualquier otro gremio.
–Hablemos de tu nueva película “Algunas bestias”, donde compartes con un tremendo elenco. Dos leyendas como Paulina García y Alfredo Castro, nuevos talentos como Consuelo Carreño y tú. Pero también actores que ya son habituales en nuestros escenarios como Millaray Lobos y Gastón Salgado. ¿Cómo fue grabar con todos ellos? Tengo entendido que la grabación fue muy intensa y en pocos días. ¿Qué sensaciones y aprendizajes te deja participar en esta película?
Muchos. Fue muy intenso y fructífero como proceso profesional y artístico. Fue un desafío para todos, un salto al vacío. No sabíamos muy bien qué íbamos a hacer. Teníamos un trabajo personal con el director (Jorge Riquelme) sobre cómo construir el personaje, quienes eran estos personajes y sus relaciones. La metodología del director proponía ir a buscar allá lo que sucediera, ir por eso desconocido. Fue un desafío actoral muy grande y un goce absoluto, porque hay una libertad con restricciones, cumpliendo hitos, pero con frescura en base a lo que pasa en ese momento con tu compañeros. Es un juego que duró 10 días, casi ininterrumpidos. Agradezco, además, trabajar con actores con más experiencia que entregan mucho de sí mismo, en una relación de equidad, desjerarquizada, con disponibilidad a la escena para entrar en esos mundos tan oscuros y violentos
–“Algunas bestias” tiene varias capas o dimensiones de significado. ¿Cómo invitarías a la audiencia a recibir esta cinta tan intensa y compleja desde lo emocional? Aunque lamentablemente no la pudimos ver en sala, llegó a Ondamedia, que ha sido nuestro bastión para el cine chileno.
Es súper importante el trabajo de Ondamedia como biblioteca cinematográfica de acceso gratuito. Ha servido mucho para difundir nuestro trabajo. Mucha gente ha podido ver o descubierto películas a través de ella. Es fundamental que siga existiendo.
Andrew Bargsted menciona: “Nos hubiera encantado estrenar en cine, es una película que genera una experiencia muy distinta a verla en la casa. Una experiencia claustrofóbica, que te remece y que va a generar ese efecto también en casa, pero ojalá la puedan ver en cine alguna vez”.
–Vemos poco cine chileno. Desde tu trayectoria, con tu experiencia, ¿cómo podemos favorecer que se vea más cine nacional?
Primero es importante romper ese prejuicio del cine chileno que siempre habla de los mismos temas. Eso no es cierto, hace varios años que el cine ha ampliado en muchos sentidos su producción. Más de 30 películas al año, lo cual es bastante. Hay todo un mundo de nuevos cineastas, con lo digital, una democratización del cine, al no necesitar tanto dinero para hacer una película, puedes acceder a financiamiento. Lo digital permitió que más personas puedan hacer cine. Esto aumenta y enriquece, las historias, personajes y temáticas. Tenemos un cine chileno muy variado, lo mismo el documental. Y existe una valorización muy grande del cine chileno en el extranjero y no entiendo por qué acá no se valora de la misma forma. Aunque sin duda mejorado la percepción en los últimos años. Ojalá eso se mantenga y siga aumentando.
–“El agento topo”, “Tengo miedo torero”, “El príncipe”, “Algunas bestias” y más, este año tuvimos una gran cosecha de películas. ¿Cómo ve Andrew Bargsted 2020 y 2021?
Desde hace algunos años que se están haciendo películas increíbles. Con un nivel no solo en sus historias o guiones que ya son poderosos, sino también a nivel de factura, cómo se hacen, cómo se ven y escuchan. Los equipos técnicos del cine son personas muy talentosas. Hay un oficio ahí maravilloso. Son de primer nivel y por eso tienen el éxito que tienen en el extranjero.
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Si quieres profundizar en la filmografía de Andrew Bargsted, puedes encontrar “Mala junta”, “Marilyn”, “Locas perdidas” y “Rapaz” en Ondamedia.